jueves, 18 de septiembre de 2014

¿Qué tan global es el mundo? ¿Qué tan universales son los derechos?

4 abril Ulimamente me estoy preguntando hasta dónde vivimos en un mundo global y qué tan pretencioso es pensar que los derechos humanos son universales. Esa duda interrumpe nuevamente mis pensamientos desde hace unos días, con ocasión de la presentación del libro El Estado laico a debate, el cual compila una serie de textos interdisciplinarios de destacados académicos y activistas, que fueron coordinados por la doctora Griselda Gutiérrez (UNAM/Facultad de Filosofía y Letras/Cátedra Especial Samuel Ramos, México, 2014). Se trata de un texto altamente recomendable que revisa la laicidad en el contexto histórico de México, así como diversas aristas de abordaje sobre ese tema tan abstracto que representa la laicidad. Al final del foro, el colega colaborador de este diario don Miguel Concha cuestionaba: ¿hasta dónde la laicidad y los derechos humanos son producto de la cultura occidental? A mí me parece que esta cuestión que plantea Miguel Concha es vigente y tiene múltiples implicaciones. Me recordó los debates con algunos compañeros de países musulmanes con quienes compartí una estancia en la Universidad de Washington hace unos años. Líderes de la salud reproductiva y posgraduados de Pakistán, Nigeria y Sudán nos hacían ver que para ellos los tratados y declaraciones de la ONU eran imposiciones de Estados Unidos, y que poco tenían que ver con las necesidades y convicciones de la gente de sus países; por otro lado, les parecía incomprensible el tema del Estado laico, no sé si porque yo no encontraba las palabras para explicarlo mejor o porque expresaba una idea que no correspondía a sus experiencias de vida. Los debates en recientes conferencias de la ONU muestran esas enormes diferencias de visión de nuestro mundo global, así como las múltiples contradicciones que pueden emerger cuando los representantes gubernamentales de todos los países buscan firmar un consenso. La comisión reunida en la sede de Naciones Unidas en Nueva York para discutir los desafíos y logros de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) en la mejora de las vidas de las mujeres en los países en desarrollo, señalaba que mientras los ODM resultaron en la reducción de la pobreza en algunos aspectos, los objetivos con mayores dificultades de ser alcanzados fueron aquellos centrados en los derechos de las mujeres, de las niñas y los jóvenes, particularmente los de alcanzar la igualdad de género y en mejorar la salud materna. En la percepción de Esperanza Delgado, una de las delegadas de México y representante de las organizaciones de la sociedad civil (por Mexfam), en el escaparate de la ONU se ve al mundo dividido en dos: los conservadores no están dispuestos a ceder en nada, en especial África, que habla como bloque continental y cuyas posiciones se aliaron con las del Vaticano, con los países islámicos y con los del Caribe angloparlante. Uno se pregunta: ¿qué negocios puede haber atrás de la alianza del Vaticano con los países de un continente muy pobre, pero que tiene menos de 20 por ciento de población católica? Los temas a los que la derecha se opone para firmar el consenso son: la perspectiva de género, la no discriminación por orientación sexual, el reconocimiento a la conformación de diferentes modalidades de familias, la exigibilidad de los derechos humanos más allá de la soberanía de cada país, el reconocimiento a los derechos sexuales y reproductivos, y el derecho a la educación integral de la sexualidad. Defendiendo una agenda progresista que busca separar los valores religiosos de la definición de los derechos humanos, se ubican solamente dos países africanos, la República de Sudáfrica y Egipto, que fueron aliados de los países de Europa, América y Asia no musulmana. Dentro de los países de economía dependiente, las misiones diplomáticas de México y Filipinas ante la ONU se destacaron por defender la agenda más avanzada, eso hay que reconocerlo y celebrarlo. Ahora está en puerta en la ONU la 47 sesión para evaluar los progresos realizados en la aplicación del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo. La buena noticia es que hay consenso para continuar la agenda de la conferencia de 1994, toda vez que fue una agenda que reorientó las políticas mundiales de población al incorporar los enfoques de derechos humanos, de género, intergeneracional y étnico en las políticas públicas, un plan de acción que representó una reorientación profunda de la visión sobre la población y sus vínculos con el desarrollo, y apuntó al respeto y la garantía de los derechos por parte de los estados. Vamos a ver si en esta conferencia, que se realizará del 7 al 11 de abril en la sede de Nueva York de Naciones Unidas, se logra ir más allá de los lenguajes acordados, y se abre la oportunidad para redefinir una agenda ambiciosa para las metas que el mundo define a alcanzar en la agenda posterior a 2015. Veremos si se logran consensos que garanticen los derechos humanos para todas y todos los habitantes del planeta, porque de lo contrario, será la ratificación de lo pretencioso que es pensar que los derechos universales son universales.

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