viernes, 28 de mayo de 2010

De género y homofobia

De género y homofobia


En ocasión del Día Internacional contra la Homofobia, que se celebró el pasado 17 de mayo en más de 50 países del mundo, cabe recordar que esa fecha fue fijada para conmemorar el mismo día, pero de 1990, que la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud suprimió la homosexualidad de la lista de las enfermedades mentales. El sentido simbólico de ese acontecimiento no es superficial, sino todo lo contrario: significó la institucionalización y legitimación del derecho a la igualdad de quienes experimentan la orientación sexual hacia personas de su mismo sexo. Sin embargo, su instrumentación en las políticas públicas de México ha sido un proceso extremadamente lento. Solamente los estados de Oaxaca, Tabasco y Quintana Roo, así como el Distrito Federal, han instaurado el 17 de mayo como día contra la homofobia. Hay que destacar que únicamente en la capital del país dicha conmemoración ha avanzado más allá del discurso. La ciudad de México es la única de América Latina donde el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción de menores es una opción legal. En esta capital ya no sólo se reconoce, sino que se ejercita el derecho a la igualdad, al matrimonio, a la maternidad y a la paternidad, y dejan de ser excluidas las comunidades de lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales, transgéneros e intersexuales (LGBTTTI). Tal vez por eso nos quieren estrangular a los chilangos, cuando panistas y priístas apoyan leyes locales y demandas antiaborto y antimatrimonio gay.
Porque la homofobia no es solamente una enfermedad siquiátrica que se expresa como odio o discriminación contra las personas que integran la diversidad sexual, es también una expresión de opresión cultural relacionada con el género y la sexualidad. Los individuos nacen sexuados, pero sin género, y son después construidos como masculinos o femeninos. Paradójicamente, desde bebés se oculta el sexo, y al mismo tiempo cada cultura despliega sofisticadas vestimentas para marcar las diferencias de género, después las normas prescriben formas masculinas y femeninas de moverse y jugar, de gesticular y hablar, de expresar o negar los sentimientos, de bailar y actuar, de negociar y trabajar, y hasta de comer y satisfacer los deseos sexuales. La sexualidad es resultado de prácticas sociales que dan significado a las actividades humanas, y es producto de luchas y negociacio- nes entre quienes tienen poder para reglamentar y quienes se resisten. Todos y todas crecemos luchando frente a imposiciones que regulan nuestro comportamiento en la casa, en la escuela, en la calle; aunque en principio todos y todas lo que deseamos es amar, ser amados y hacer lo que nos gusta. Bien dice Judith Lorber que para el individuo el género es semejanza y para la sociedad el género es diferencia (Paradoxes of Gender, Yale University Press, 1994).
En el fondo, la homofobia es la imposibilidad de aceptar las necesidades semejantes que tenemos todos los seres humanos, y se expresa como desprecio a lo femenino; por eso sus principales víctimas son los hombres gay y bisexuales. ¡Se parecen tanto a las mujeres! Pero también son víctimas las lesbianas, los travestis, transexuales, transgénero e intersexuales, quienes no ocultan su feminidad; los y las heterosexuales no somos inmunes. El odio ha llegado a múltiples ejecuciones con saña para quienes no parecen ser suficientemente hombres. La comunidad LGBTTTI considera grave el decreto calderonista, porque desvirtúa el sentido de la lucha contra la homofobia, al cambiar el título por el del Día de la Tolerancia y el Respeto a las Preferencias, y no llamar las cosas por su nombre.

gabriela.afluentes@gmail.com

POLÍTICA SEXUAL, HOY.

La sexualidad es un asunto político, definitivamente. Tal vez con los abordajes bio-médicos no habíamos podido reconocer y abordar con todas sus implicaciones esta dimensión. Pero desde la visión del historiador inglés Michel Foucoult el tema pasó a ser un asunto político junto con la modernización. En la medida en que los Estados Nación se interesaron por la higiene fueron paulatinamente construyendo dispositivos para controlar los usos del cuerpo. En los albores del siglo XXI la sexualidad se ha convertido en lo más material, lo más físico, lo más corporal del ejercicio del poder. El discurso religioso que produjo el cristianismo en el antiguo régimen se ha venido traduciendo con la secularización hasta llegar a su reproducción incesante de las regulaciones por parte de las familias, las leyes, el personal de escuelas y centros de salud, así como en la música y las escenas en movimiento de la industria cultural. Desde todas estas fuentes se toca constantemente la realidad esencial del cuerpo como centro de disputa entre los ciudadanos y las instancias de control.
Cuerpos sometidos a regulaciones sociales que igual están escritas en una Constitución que en un evangelio, pero donde se señala con precisión lo que puede y no puede hacerse, ya sea en el ámbito público o privado. Se trata de normas que nadie está dispuesto a acatar, pero que representan los instrumentos privilegiados para mantener la impunidad, ejercer la corrupción y someter a todos y a todas al perdón. Con base en estos tres mecanismos se erigen como sujetos políticos los funcionarios del sector educativo y de salud, los legisladores, los jueces y agentes de ministrios públicos.
En el otro extremo y cada vez más polarizados se visibilizan también líderes de la resistencia: feministas, activistas del movimiento Lésbico-Gay-Transexual-Transgénero, los defensores de los Derechos Humanos. La nueva visión está posicionando la salud sexual y reproductiva como un ámbito de los derechos humanos.
Pero la resistencia está más organizada justamente cuando la nueva derecha y los grupos conservadores pretenden desmantelar al Estado Benefactor y echar atrás los compromisos de las Convenciones sobre Derechos Humanos, esos acuerdos multilaterales que han transformado nuestras Constituciones y que se han venido construyendo en los últimos 50 años. Desde el país vecino y más poderoso del mundo vivimos una nueva alianza de los gobernantes con los grandes empresarios y con los jerarcas de la Santa Sede, tres grupos poderosísimos que hoy revaloran los mensajes ideológicos del Estado como una de las estrategias para mantener el orden económico mundial.
En este espacio compartiré los artículos de colaboración del Periódico La Jornada, que vengo publicando desde el año de 1999.

jueves, 13 de mayo de 2010

Sin Dios y sin diablo: los amorosos

Sin Dios y sin diablo: los amorosos

Por Gabriela Rodríguez / viernes 04 de diciembre de 2009

Jaime Sabines nos da la pauta cuando afirma que los amorosos son locos, sólo locos, sin Dios y sin diablo. Los amorosos salen de sus cuevas temblorosos, hambrientos, a cazar fantasmas.

Los amorosos son hombres, son mujeres, personas más locas al hacer el amor que al decidir interrumpir un embarazo. Porque la locura del sexo es la expresión más directa del deseo y la decisión de ser o no ser madre es un acto de la razón. Compleja la sexualidad humana, un gesto que se mueve siempre entre el deseo y la autorregulación, entre los sueños y las normas.

Por eso es tan grave que los legisladores de Veracruz hayan decidido siquiatrizar, además de criminalizar a las mujeres que aborten, ya que las enviarán a la cárcel y al siquiátrico: por delincuentes y locas: a ellas, no a su pareja, nadie perseguirá a los progenitores. Porque en la moral católica penetrar es un acto que honra el prestigio masculino, en tanto que al ser penetrada la mujer deja de ser inmaculada. La inmaculada concepción de María, la madre de Jesús, fue concebida sin pecado original. Tal es el sustento de los cambios en las constituciones estatales de 17 entidades del país: blindan la vida desde el momento de la concepción; faltó decir: desde el momento de la inmaculada concepción.

Se confirma lo dicho por Ortner y Whitehead, antropólogas pioneras del género: En efecto, el modo en que el prestigio es asignado, regulado y expresado constituye la lente a través de la cual se perciben culturalmente los sexos y sus relaciones sociales. Por eso la tendencia a definir a las mujeres en términos de sus relaciones (madres, cuidadoras) debe ser vista como un reflejo de su exclusión del mundo del prestigio masculino, independientemente de los vínculos cruciales que puedan tener con él.

En las leyes antiaborto se concreta la exclusión de las mujeres del lugar del poder y de las decisiones, se les sitúa como víctimas de la injusticia y la desigualdad, luchas que tendrían que seguir identificando a la izquierda política.

El 20 y 21 de noviembre, en la sesión de la Internacional Socialista (IS) realizada en República Dominicana, se reprobó la actuación de los partidos de izquierda que no han sido consecuentes con la defensa de los derechos de las mujeres en la región.

IS, que agrupa a más de 156 partidos de todo el mundo, reprobó la creación o modificación de leyes que obligan a las mujeres a continuar con un embarazo producto de una violación o que pone en riesgo su vida o su salud. En esa sesión, compañeras del PRD, de Gire, del Consorcio para el Diálogo Parlamentario y de Ipas lograron que la IS reprobara particularmente la actuación del PRI en México y lo llamó a modificar su postura respecto de las reformas legislativas antiaborto que ha impulsado desde finales de 2008. Aunque me pregunto por qué sigue el PRI perteneciendo a la IS, pues ¿cuándo ha luchado por la justicia o por la igualdad?

Organizaciones feministas hicieron un llamado relativo a la Declaración del Centenario de la IS de Mujeres, adoptada en Stuttgart en 2007, en la que se reconoce el reto de garantizar el acceso a servicios sanitarios y al aborto seguro. “Expresamos nuestra profunda preocupación y sorpresa al ser testigos de que partidos de la Internacional Socialista, supuestamente progresistas de América Latina y el Caribe y otras regiones […] han aprobado leyes en sus congresos legislativos que penalizan a las mujeres que interrumpen embarazos no deseados, o impiden reformas legales para reconocer el derecho a decidir”, contraviniendo así la Carta ética de la IS, tales son los casos del PRD, de República Dominicana; del Frente Sandinista, de Nicaragua; del presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, y del PRI, de México.

Se generó un resolutivo que contó con el aval de partidos de España, Francia, Grecia, Argentina, Brasil, Austria y Suecia: se reprueba la elaboración o modificación de leyes que obliguen a las mujeres a continuar con un embarazo no deseado, especialmente en casos de violación, o que pone en riesgo su vida y su salud. Asimismo, repudiamos que en América Latina y en cualquier parte del mundo se criminalice y encarcele a las mujeres (particularmente a las más pobres) por su decisión de interrumpir un embarazo no deseado.

Me queda claro que actualmente la laicidad del Estado debe también ocupar un lugar prioritario en la agenda de las izquierdas. Tal como algunos hombres comprenden: “Dice Nietzsche que todo estaría permitido si Dios no existiese y yo respondo –habla Saramago– que precisamente por causa y en nombre de Dios es por lo que se ha permitido y justificado todo, principalmente lo peor, principalmente lo más horrendo y cruel (José Saramago, El factor Dios)”.

gabriela.afluentes@gmail.com

Dioses hechos a imagen del hombre

Dioses hechos a imagen del hombre

Por Gabriela Rodríguez / viernes 18 de diciembre de 2009

La falta de laicidad sigue atrás de la infiltración de lo religioso en reformas legales recientes. Prejuicios religiosos restaron claridad a la propuesta legislativa para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo en la ciudad de México, ya que se enfrentan controversias por dos lados. Desde la derecha, la diputada federal panista María de la Paz Quiñones Cornejo exige que se someta a plebiscito, porque “es un tema controvertido que suele dividir a la sociedad… excluye la complementariedad sexual hombre-mujer que lo define, y elimina la procreación como uno de sus fines, buscando modificar las leyes relativas a la adopción”. Desde la izquierda, estoy de acuerdo con la dura crítica que hace la diputada por la diversidad Enoé Uranga porque la iniciativa evita el derecho a la adopción: Personalmente apunté que no admitiría una reforma cuya ganancia fuera legislar para que jurídicamente se establezca que las lesbianas y los gays tenemos tal daño que se debe evitar que tengamos hijos, eso alimentaría el estigma y la homofobia y agravaría la represión hacia vidas que no son las suyas.

La visión retrógrada afectó también la vida de Adriana, originaria de Tamaulipas. Mujeres de la constituyente feminista nos hacen llegar su testimonio: se trata de una joven de 21 años, madre de un chiquito de cuatro. Es la única mujer en el penal de Victoria, donde lleva tres años cumpliendo una sentencia de 22 años seis meses por el delito de abortar. Todo indica que se trató de un aborto espontáneo, pero a nadie le importó la diferencia, abortó y se le metió a prisión.

Mientras Adriana seguirá por mucho tiempo en la cárcel, a la senadora María Teresa Ortuño, del PAN, le preocupa reforzar la objeción de conciencia en la ley, a fin de que los médicos puedan excusarse de participar en servicios de aborto para las mujeres que lo necesiten y que la ley les autoriza (por violación en todo el país, por salud, entre otras causales en muchas entidades, y por decisión de la mujer en la ciudad de México).

Del mismo grupo parlamentario, el senador Augusto César Leal quiere ganarle la carrera a Beatriz Paredes y pasar a la historia con el proyecto de decreto para reformar nada menos que el primer párrafo del artículo primero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para proteger la vida humana desde el momento de la concepción biológica, texto de originalidad inigualable.

Por fortuna, la creatividad no falta en los movimientos de resistencia feminista y así se realizó un importante acto de recaudación para el Fondo de Aborto para la Justicia Social MARIA (Mujeres, Aborto, Reproducción, Información y Acompañamiento), que recibe apoyo financiero para mujeres del interior de la República que no cuentan con suficientes recursos para poder transportarse a la ciudad de México y acceder a los servicios de aborto legal disponibles en este territorio, que cada vez es más libre. Si usted no se enteró y quiere aportar, la cuenta está en Scotiabank, el número es 001041422764, está a nombre de la organización Balance Promoción para el Desarrollo y Juventud AC (se reciben desde 20 pesos para un desayuno hasta 3 mil para servicio médico y sicológico, en caso de las víctimas de violación).

Tantas iniciativas basadas en la moral religiosa me hacen poner en duda si ya se superó en México la lucha entre Ilustración y religión, y me llevan a recordar que los dioses están hechos a imagen del hombre y no a la inversa.

El modo de invención del dios de los cristianos no es muy distante del de los yoruba, de Nigeria: un dios masculino, poderoso y ambivalente en lo sexual; según la narración de Marc Augé la gente describe a los dioses como siluetas humanas y su representación material toma elementos del cuerpo humano: es un ser sexuado aun cuando su carácter divino se expresa a veces por la ambivalencia sexual. Es menester alimentarlo y, lo mismo que un hombre, tiene prohibiciones y preferencias, tal como las ofrendas que este mes se le llevan a la virgencita de Guadalupe. Los dioses se reproducen en el espacio y no en el tiempo ni en intervalos generacionales.

María fue concebida sin pecado original, dice el relato católico, porque ella es la expresión femenina de Cristo, aunque no una diosa –jerarquía inaccesible a las mujeres– ni tampoco explican si su orientación era heterosexual, aunque la suponemos por los progenitores míticos: Dios Padre y San José. Al morir, el cuerpo del dios es el cadáver del rey, hay un proceso en que se pasa de la realeza a la divinidad; esta parte del relato me recuerda la muerte de Juan Pablo II –hombre y célibe como Cristo–, él y su heredero al trono son emisarios del mensaje de dios, quien condena el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo, es decir, el sexo no reproductivo. “Entre el cuerpo de los hombres y el cuerpo de los dioses las transferencias son incesantes [porque] es el hombre y no los dioses quien organiza los significados y establece las relaciones sociales partiendo de la única materia de que dispone: la naturaleza, o si se prefiere: el cuerpo (Dios como objeto, Gedisa, 1996).”

gabriela.afluentes@gmail.com

Matrimonio y Laicidad

Matrimonio y laicidad

Por Gabriela Rodríguez / viernes 15 de enero de 2010

El matrimonio entre personas del mismo sexo es expresión de la laicidad del siglo XXI. Del 2000 para acá se ha legalizado en los Países Bajos, Bélgica, España, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Suecia y Portugal; y en algunas entidades de Estados Unidos como Massachusetts, Connecticut, Iowa, Vermont, New Hampshire y Washington DC. Otras figuras legales que reconocen uniones civiles en parejas del mismo sexo parecidas aunque no equiparables al matrimonio existen en: Alemania, Andorra, Australia, Austria, Dinamarca, Eslovenia, Finlandia, Francia, Hungría, Islandia, Israel, Luxemburgo, Nueva Zelanda, Reino Unido, República Checa y Suiza, así como en los estados de California, Distrito de Columbia, Nueva Jersey y New Hampshire, Oregon y Washington; en América Latina estas uniones tienen validez legal en Colombia, Uruguay, la ciudad de México, el estado mexicano de Coahuila, el estado brasileño de Rio Grande do Sul y tres zonas de Argentina: Buenos Aires, Villa Carlos Paz, Río Cuarto, así como la provincia de Río Negro.

El 21 de diciembre de 2009, la ALDF aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo incluyendo el derecho a la adopción, lo cual convierte a la ciudad de México en la única entidad de este país y la primera de América Latina que aprueba este tipo de matrimonio. Se trata de la ciudad con más católicos del mundo y que, además, está gobernada por la izquierda, tal vez por eso la jerarquía eclesial (más sus correligionarios del PAN y nuevos aliados del PRI) no sólo lo ha condenado en ejercicio de su libertad de expresión, sino que ha llegado a ofender y discriminar a quienes tienen orientaciones homosexuales. Con ello, además de generar violencia social, se atenta contra el primer artículo de nuestra Constitución, un delito penado en el Distrito Federal hasta con cinco años de prisión.

La Iglesia católica es una institución sin calidad moral para opinar al respecto, en especial por las innumerables demandas por abuso sexual de sus ministros, quienes han sido protegidos por sus autoridades sin mostrar el menor interés hacia los niños, niñas y adolescentes víctimas de tales atrocidades. Los jerarcas condenan a quienes han arrebatado la vida de miles de mexicanos que no han logrado nacer por la práctica del aborto y les preocupa que niños huérfanos, abandonados y no deseados puedan ser acogidos y educados por una pareja homosexual, negando la alta incidencia de violencia sexual en sus seminarios y en los hogares formados por papá, mamá e hijos.

Benedicto XVI afirmó estos días su posición fundamentalista al apegarse de manera estricta a escritos sagrados de hace más de 2 mil años: el matrimonio entre personas del mismo sexo, al igual que el cambio climático, amenazan la creación.

De ahí la gran vigencia del último texto de José Saramago, Caín (Alfaguara, 2009), en el cual el premio Nobel dibuja el verdadero rostro del Dios bíblico del Antiguo Testamento: creador iracundo y perfecto, juez del mundo entero, castigador que presume de ser imparcial; señor capaz de todo, de lo bueno, de lo malo, de lo peor, el que condenó a Eva a someterse al hombre y a parir con dolor, quien amenazó a Adán con espinas y cardos; el que ordena a un padre que mate a su propio hijo, un señor rencoroso que manda a la ruina o una enfermedad a quien le falla; para quien nada es imposible, ni un error, ni un crimen. Cuenta que ante numerosas quejas por crímenes contra natura cometidos en Sodoma y Gomorra, el Señor decidió venir aquí abajo para poner la cuestión en limpio. Abraham le cuestionó al señor: “No es posible señor, condenar a muerte al inocente junto al culpable […] tú que eres el juez del mundo entero debes ser justo en tus sentencias. A esto respondió el señor, si yo encuentro en la ciudad de Sodoma a 50 personas inocentes perdonaré a toda la ciudad en atención a ellas […] El señor empeñó su palabra. A mí no me lo ha perecido, tan cierto como que me llamo Caín [...] Sodoma será destruida, y es posible que esta misma noche. Es posible, sí, y no será sólo Sodoma, será también Gomorra, y dos o tres ciudades de la planicie donde las costumbres sexuales se han relajado por igual, los hombres con los hombres y las mujeres apartadas […] El señor hizo entonces caer azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra, destruyó ambas ciudades hasta los cimientos, así como toda la región, con todos sus habitantes y vegetación […] En cuanto a la mujer de Lot, ésta miró atrás desobedeciendo la orden recibida y quedó transformada en una estatua de sal. Hasta hoy nadie ha conseguido comprender por qué fue castigada de esa manera, cuando es tan natural que queramos saber qué pasa a nuestras espaldas. Es posible que el señor hubiera querido escarmentar la curiosidad como si se tratase de un pecado mortal, pero eso tampoco va en abono de su inteligencia […] Y Caín dijo, tengo un pensamiento que no me deja. Qué pensamiento, peguntó Abraham. Pienso que había inocentes en Sodoma, y en las otras ciudades que fueron quemadas […] Los niños, los niños eran inocentes. Dios mío, murmuró Abraham, y su voz fue como un gemido. Sí, será tu dios, pero no fue el de ellos.”

gabriela.afluentes@gmail.com