/ 27 enero 2011
Esta semana participé en el foro sobre las mujeres del Movimiento Progresista realizado en Ciudad Juárez con la presencia de Andrés Manuel López Obrador. Lo más impactante fue la presencia de mujeres rarámuris y de algunas denunciantes de feminicidios que no han perdido la esperanza por el cambio verdadero. El cuerpo se cimbra al pararse en una entidad que hoy es el paradigma del hambre y evidencia del extremo al que la violencia contra las mujeres puede llegar. Tereza Incháustegui, nuestra diputada federal feminista, presentó datos recientes que hicieron que se tambaleara la tribuna: a diferencia de los hombres, que mueren en su mayoría por uso de arma de fuego en riñas que se producen generalmente en los espacios públicos, más de la mitad de las mujeres asesinadas mueren en sus casas. La edad también hace diferencia: la mayor parte de los hombres asesinados mueren entre los 18 y los 40 años, en cambio 7 por ciento de las defunciones femeninas con presunción de homicidio corresponden a bebés de menos de cinco años, las niñas y adolescentes alcanzan a representar 22 por ciento de todos los feminicidios, y la edad más frecuente se ubica en 17 años.
El foro fue también ocasión para presentar un manifiesto por la igualdad, en el cual las mujeres expresamos la necesidad de impulsar un conjunto de políticas públicas que incorporen la perspectiva de género en el nuevo proyecto económico, social y cultural de la nación, que se firmará el próximo 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres. López Obrador confirmó su compromiso con la seguridad pública de las mujeres sin incrementar la violencia, la integración de una comisión de la verdad con abogadas y defensoras de derechos civiles de inobjetable honestidad. Reconocer con los hechos la igualdad de la mujer en el trabajo, el salario, las condiciones laborales y en la vivienda; salud integral y guarderías para todas, oportunidades de estudio y empleo para las y los jóvenes, así como combatir el machismo, la pobreza, la desigualdad y la impunidad. Se trata del candidato que ha demostrado que no le tiene miedo a la igualdad en el poder, que gobernó el DF con un gabinete integrado 50 por ciento por mujeres muy brillantes, y que comprende la importancia de atacar las causas por medio de políticas públicas, y no sólo enfocándose en sus efectos, como pretenden hacer los gobiernos neoliberales; no puedo estar más de acuerdo cuando él afirma que “la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia”.
La diferencia con otros procesos electorales es abismal. Es muy triste constatar el grado en que la explotación laboral sigue siendo un instrumento de control político y el largo camino que falta para que las mexicanas pasemos a ser sujetos políticos y no sólo objetos de manipulación. En pleno siglo XXI las prácticas electoreras son una vergüenza; recientemente me percaté del grado en que el derecho a elegir a tus gobernantes es un lujo de clase, y también de sexo.
He aquí una anécdota que me dejó helada, atónita, hace un par de meses. Terminando un curso sobre género y sexualidad para docentes que trabajan con jornaleros agrícolas del estado de Sinaloa, se sentaron a comer conmigo un grupo de las maestras participantes. Ellas querían desmentir a un compañero maestro que en la sesión sobre género y poder afirmó que las maestras iban a votar por Peña Nieto porque es guapo: “No vaya usted a creer eso que dijo el compañero, nosotras no somos tan tontas; ciertamente vamos a votar por Peña Nieto, pero no por guapo”. ¿Así que Enrique Peña Nieto es su candidato? –pregunté–. “Bueno, es a quien vamos a apoyar en la campaña. Mire usted, maestra, cuando uno se recluta con el PRI la situación se nos mejora, nos llaman a participar a las campañas, nos dan nuestra camiseta, gorrita, folletos bien bonitos para repartir en la escuela, todo muy bien organizado. Los fines de semana nos vamos a las colonias. En la pasada contienda electoral yo asistí todos los fines de semana, nos pasaban lista de asistencia y nos apoyaron. Después de las elecciones me gané la plaza, antes ganaba 4 mil pesos y ahora casi gano el doble. Como le digo aquí a mis compañeras que todavía no tienen plaza: apúntense a la campaña del PRI, ese es el camino. No sé hasta dónde usted lo comprenda, pero mire, yo soy madre soltera, sostengo a tres hijos, y pues, es la manera como vamos sacando adelante a la familia”. ¿Quién les señala cuál es el candidato que deben apoyar? –cuestioné–. “Los jefes, los de arriba, ellos saben a quién nos toca apoyar. Y usted, ¿quién es su candidato?” –me inquirieron–. Yo soy chilanga y mi candidato es Andrés Manuel López Obrador. Allá en la ciudad de México hemos tenido los mejores gobernantes de todo el país. “Sí es cierto –afirmó la maestra–, yo también adoro a López Obrador. Por acá estuvo en Culiacán, no se imagina cuánta gente se juntó, el bulevar estaba atascado, paró todo el tráfico”. ¿Fueron ustedes? –reviré–. “No, cómo cree. Vayan a vernos y hasta ahí llegó la plaza y nuestro trabajo. No, no nos vamos a arriesgar”. Bueno, pero si el voto es secreto, ¿votará por Andrés Manuel? “Ay, maestra, cómo se ve que no sabe, aquí los supervisores revisan los resultados de cada una de las casillas, y si ven que no ganó el del PRI, ¡para qué le cuento! Usted sí que es una mujer afortunada, usted sí puede votar por el que le gusta ¿Quién pudiera?
martes, 31 de enero de 2012
Feministas al poder
/ 13 enero 2011
Si hay un movimiento que ha cambiado la cultura es el feminista, y si hay un movimiento que no ha alcanzado sus objetivos es el feminista. Es tal vez el más novedoso movimiento cultural del último siglo, porque logró producir múltiples transformaciones sociales, llevó a redefinir la historia y el propio concepto de cultura, las relaciones del ser humano con la naturaleza, las formas de comunicación social y la idea de democracia. El feminismo es un pensamiento crítico a la tradición cultural de Occidente y a las estructuras de poder establecidas, una manera de pensar y de vivir que se centra en la universalidad de los derechos humanos y en la búsqueda de la igualdad.
En la actual coyuntura electoral es crucial que mujeres feministas participemos en el Congreso de la Unión a fin de avanzar en asignaturas pendientes, para impulsar el tránsito hacia un nuevo proyecto de nación, para que mujeres y hombres convivamos con las mismas oportunidades de desarrollo y crecimiento en un contexto social de paz.
Malú Micher, como precandidata al Senado por el Distrito Federal –actualmente dirige el Instituto de las Mujeres del Distrito Federal y antes fue diputada local y federal–, tiene estatura para esa instancia porque ya impulsó sustanciales cambios legislativos de género y ha ejercido la gestión política en esta ciudad que es vanguardia en los derechos de las mujeres; además cuenta con el apoyo de mi persona como suplente, lo cual nos permite consolidar una plataforma feminista en el Movimiento Progresista.
Nuestras propuestas parten de la institucionalización de la perspectiva de género en todas las acciones y niveles de gobierno. Porque los derechos humanos de las mujeres son eje de la democracia gobernable y camino para garantizar el goce de las libertades y oportunidades en igualdad de condiciones. Porque es necesario construir una cultura política ciudadana donde no tengan cabida la corrupción ni la impunidad; porque desde el Congreso se pueden ratificar las o los titulares de algunas dependencias de la administración pública federal, así como fortalecer la transparencia en un marco de rendición de cuentas; es un lugar desde donde se puede dar seguimiento y evaluar el impacto de los funcionarios en la igualdad social y de género, dando preferencia a los hogares con pobreza.
El fortalecimiento de una ciudadanía plena exige impulsar el empoderamiento de todas las mujeres (urbanas, campesinas, indígenas) a través de su participación social e incorporación al desarrollo social, económico y artístico; de ahí la necesidad de realizar modificaciones a la reforma laboral para la conciliación de la vida laboral y familiar, la dignificación del trabajo doméstico, así como la erradicación de la discriminación laboral y del hostigamiento sexual.
Es también necesario fortalecer las instancias y los mecanismos creados ex profeso para garantizar el acceso de las mujeres a la justicia y a una vida libre de violencia, su particiación en el desarrollo sustentable y en la protección y rehabilitación de los recursos naturales, y realizar diversas reformas legislativas que incentiven el ejercicio de la paternidad responsable y garanticen el respeto al interés superior de las niñas, los niños y adolescentes.
Para ser libre y realizar los planes de vida hay que hacer universal la educación integral de la sexualidad, en especial en las entidades gobernadas por las derechas del PRI y del PAN; es imperativo garantizar el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva especializados para niñas, adolescentes, jóvenes y adultas, con calidad, calidez e interculturalidad.
La integración de los aspectos arriba mencionados en políticas, planes y programas exige la elaboraración de presupuestos con perspectiva de género, asignar y distribuir los recursos públicos a partir del análisis de su impacto diferenciado sobre las mujeres y los hombres, sin que la ganancia de un sexo implique pérdida para el otro.
Por eso hay que desear abierta y sinceramente el poder, revertir desde el ámbito legislativo la inequidad del acceso al poder político de las mujeres, en especial de quienes comprenden el empuje transformador de la agenda feminista. En una sociedad tan injusta como la nuestra, cada centímetro de igualdad cuesta. Vencer el miedo a la igualdad es creer en ella como fin y no como medio, nos arrastra a la ética: ¿acaso pueden caminar juntos ética y poder?
Si hay un movimiento que ha cambiado la cultura es el feminista, y si hay un movimiento que no ha alcanzado sus objetivos es el feminista. Es tal vez el más novedoso movimiento cultural del último siglo, porque logró producir múltiples transformaciones sociales, llevó a redefinir la historia y el propio concepto de cultura, las relaciones del ser humano con la naturaleza, las formas de comunicación social y la idea de democracia. El feminismo es un pensamiento crítico a la tradición cultural de Occidente y a las estructuras de poder establecidas, una manera de pensar y de vivir que se centra en la universalidad de los derechos humanos y en la búsqueda de la igualdad.
En la actual coyuntura electoral es crucial que mujeres feministas participemos en el Congreso de la Unión a fin de avanzar en asignaturas pendientes, para impulsar el tránsito hacia un nuevo proyecto de nación, para que mujeres y hombres convivamos con las mismas oportunidades de desarrollo y crecimiento en un contexto social de paz.
Malú Micher, como precandidata al Senado por el Distrito Federal –actualmente dirige el Instituto de las Mujeres del Distrito Federal y antes fue diputada local y federal–, tiene estatura para esa instancia porque ya impulsó sustanciales cambios legislativos de género y ha ejercido la gestión política en esta ciudad que es vanguardia en los derechos de las mujeres; además cuenta con el apoyo de mi persona como suplente, lo cual nos permite consolidar una plataforma feminista en el Movimiento Progresista.
Nuestras propuestas parten de la institucionalización de la perspectiva de género en todas las acciones y niveles de gobierno. Porque los derechos humanos de las mujeres son eje de la democracia gobernable y camino para garantizar el goce de las libertades y oportunidades en igualdad de condiciones. Porque es necesario construir una cultura política ciudadana donde no tengan cabida la corrupción ni la impunidad; porque desde el Congreso se pueden ratificar las o los titulares de algunas dependencias de la administración pública federal, así como fortalecer la transparencia en un marco de rendición de cuentas; es un lugar desde donde se puede dar seguimiento y evaluar el impacto de los funcionarios en la igualdad social y de género, dando preferencia a los hogares con pobreza.
El fortalecimiento de una ciudadanía plena exige impulsar el empoderamiento de todas las mujeres (urbanas, campesinas, indígenas) a través de su participación social e incorporación al desarrollo social, económico y artístico; de ahí la necesidad de realizar modificaciones a la reforma laboral para la conciliación de la vida laboral y familiar, la dignificación del trabajo doméstico, así como la erradicación de la discriminación laboral y del hostigamiento sexual.
Es también necesario fortalecer las instancias y los mecanismos creados ex profeso para garantizar el acceso de las mujeres a la justicia y a una vida libre de violencia, su particiación en el desarrollo sustentable y en la protección y rehabilitación de los recursos naturales, y realizar diversas reformas legislativas que incentiven el ejercicio de la paternidad responsable y garanticen el respeto al interés superior de las niñas, los niños y adolescentes.
Para ser libre y realizar los planes de vida hay que hacer universal la educación integral de la sexualidad, en especial en las entidades gobernadas por las derechas del PRI y del PAN; es imperativo garantizar el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva especializados para niñas, adolescentes, jóvenes y adultas, con calidad, calidez e interculturalidad.
La integración de los aspectos arriba mencionados en políticas, planes y programas exige la elaboraración de presupuestos con perspectiva de género, asignar y distribuir los recursos públicos a partir del análisis de su impacto diferenciado sobre las mujeres y los hombres, sin que la ganancia de un sexo implique pérdida para el otro.
Por eso hay que desear abierta y sinceramente el poder, revertir desde el ámbito legislativo la inequidad del acceso al poder político de las mujeres, en especial de quienes comprenden el empuje transformador de la agenda feminista. En una sociedad tan injusta como la nuestra, cada centímetro de igualdad cuesta. Vencer el miedo a la igualdad es creer en ella como fin y no como medio, nos arrastra a la ética: ¿acaso pueden caminar juntos ética y poder?
¿Nacerá nuevamente el Sol?
/ 30 diciembre 2011
Wirikuta y la sierra de Catorce se encuentran actualmente amenazadas por la actividad tóxica y devastadora de los yacimientos que proyecta explotar la compañía canadiense First Majestic Silver. En vez de que el Estado proteja los derechos de los pueblos originarios, reconocidos en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), permite concesiones que violan el Programa de Manejo del Área Natural Protegida de Wirikuta, así como la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente.
Corren el riesgo de contaminación por cianuro y desecamiento los manantiales sagrados del pueblo wixárica o huichol que se encuentran dentro de las cuencas de las venas de plata a explotarse en Real de Catorce, el acuífero podría quedar expuesto a una sobrexplotación cuya capacidad de recuperarse es muy baja. Además de los sitios sagrados, 16 centros de población sufrirían los efectos negativos de las fuentes de agua.
Tratan de recrear la producción de las minas que hace 200 años enriquecieron a la Nueva España, en donde los palacios, murallas e iglesias dieciochescos de Real de Catorce son ahora esqueletos de piedra cubiertos de nopales. Un espacio en que conviven peregrinos huicholes en camino al Cerro del Quemado, o Leunar, con grupos mestizos y descendientes de los mineros, quienes prefieren adorar a San Francisco y a la Virgencita, que plagan sus túnicas con milagritos de plata, que es el valor de uso del producto de las excavaciones que otrora florecieron en la zona.
El proyecto actual no sólo arruinaría el ecosistema sino un patrimonio espiritual que sostiene la sacralización en un mundo que se desacraliza. Leunar es el lugar donde cada año y desde hace 2 mil años nace el Sol. Una puerta sagrada que nos enseña, a quienes estamos privados de las claves místicas, que la civilización nos ha llevado a perder la condición humana y a olvidar que el equilibrio del planeta depende de la conducta de todos y de todas: los huicholes saben que es el hombre el que piensa el Sol y el que lo alimenta. A diferencia de otros grupos indígenas, el pueblo wixárica huyó de la dominación colonial refugiándose en lugares inaccesibles para conservar su libertad y su herencia cultural, para sostener un sentimiento religioso que abarca todo el ámbito de la vida. El culto al venado-maíz-peyote es una manera de conservar una actitud vital ante la segregación y el genocidio que se inició con la conquista española.
En ese paisaje rodeado de cactáceas, dice Fernando Benítez que son como milagros naturales por el mayor volumen de agua que tienen en comparación con otras plantas. Se trata de criaturas vegetales vivas, frescas y húmedas que crecen sobre el piso árido y seco del desierto. Montes dorados que no sabemos si reflejan los rayos solares o el oro del subsuelo, yucas que parecen figuras humanas se transforman en familias con atuendo huichol. Venados de tamaño normal y sobrenatural pueden aparecerse a los iniciados.
Debajo de Leunar, en los llanos bajos crece el peyote, cacto sagrado que tiene el poder de relacionarnos de manera directa con la naturaleza y al mismo tiempo llevarnos a explorar el mundo interior, un viaje que nos aleja y acerca a lo más propio y que deja la debilidad al descubierto. El paso de lo profano a lo sagrado es un espacio mágico que se vive cuando al caminar desaparecen las obras del hombre, cuando se transita de la tensa emoción espiritual al juego y la alegría, y de la risa al buen humor. En la fiesta del peyote, el abuelo fuego ocupa el lugar central y observa con sus mil ojos luminosos cómo sus hijos se pierden en el delirio mezcaliniano. En el corazón del fuego se proyectan las fantasías y los temas personales, porque cuando el fuego se apodera de los leños puede ilustrar nuestras ideas, un recurso anterior al tiempo de los libros, de esa expresión escrita que da continuidad a nuestro pensamiento. El fuego, en cambio, es lenguaje originario que da continuidad directa a nuestras fantasías. Su flama nos revela los múltiples sonidos de la tierra, el contorno de plata que tienen las plantas y la luz propia de las piedras, una luz que mata a la propia muerte y saca vida de la muerte.
Se trata de un culto que inhibe y libera, que al pasar de lo ceremonial a lo lúdico hace posible alcanzar la cúspide de Leunar y así lograr que vuelva a nacer el Sol. La urgencia de defender el sitio ha forzado de manera violenta el regreso de lo sagrado a lo profano, hasta que nuevamente puedan los huicholes retomar sus prácticas rituales, algo que deseamos logren en el próximo año. Hay una paradoja que confirma las buenas razones de quienes se rebelan contra el nuevo proyecto de explotación minera: en las zonas de Real de Minas que dieron origen a grandes riquezas del país se asientan hoy los pueblos más pobres.
Wirikuta y la sierra de Catorce se encuentran actualmente amenazadas por la actividad tóxica y devastadora de los yacimientos que proyecta explotar la compañía canadiense First Majestic Silver. En vez de que el Estado proteja los derechos de los pueblos originarios, reconocidos en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), permite concesiones que violan el Programa de Manejo del Área Natural Protegida de Wirikuta, así como la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente.
Corren el riesgo de contaminación por cianuro y desecamiento los manantiales sagrados del pueblo wixárica o huichol que se encuentran dentro de las cuencas de las venas de plata a explotarse en Real de Catorce, el acuífero podría quedar expuesto a una sobrexplotación cuya capacidad de recuperarse es muy baja. Además de los sitios sagrados, 16 centros de población sufrirían los efectos negativos de las fuentes de agua.
Tratan de recrear la producción de las minas que hace 200 años enriquecieron a la Nueva España, en donde los palacios, murallas e iglesias dieciochescos de Real de Catorce son ahora esqueletos de piedra cubiertos de nopales. Un espacio en que conviven peregrinos huicholes en camino al Cerro del Quemado, o Leunar, con grupos mestizos y descendientes de los mineros, quienes prefieren adorar a San Francisco y a la Virgencita, que plagan sus túnicas con milagritos de plata, que es el valor de uso del producto de las excavaciones que otrora florecieron en la zona.
El proyecto actual no sólo arruinaría el ecosistema sino un patrimonio espiritual que sostiene la sacralización en un mundo que se desacraliza. Leunar es el lugar donde cada año y desde hace 2 mil años nace el Sol. Una puerta sagrada que nos enseña, a quienes estamos privados de las claves místicas, que la civilización nos ha llevado a perder la condición humana y a olvidar que el equilibrio del planeta depende de la conducta de todos y de todas: los huicholes saben que es el hombre el que piensa el Sol y el que lo alimenta. A diferencia de otros grupos indígenas, el pueblo wixárica huyó de la dominación colonial refugiándose en lugares inaccesibles para conservar su libertad y su herencia cultural, para sostener un sentimiento religioso que abarca todo el ámbito de la vida. El culto al venado-maíz-peyote es una manera de conservar una actitud vital ante la segregación y el genocidio que se inició con la conquista española.
En ese paisaje rodeado de cactáceas, dice Fernando Benítez que son como milagros naturales por el mayor volumen de agua que tienen en comparación con otras plantas. Se trata de criaturas vegetales vivas, frescas y húmedas que crecen sobre el piso árido y seco del desierto. Montes dorados que no sabemos si reflejan los rayos solares o el oro del subsuelo, yucas que parecen figuras humanas se transforman en familias con atuendo huichol. Venados de tamaño normal y sobrenatural pueden aparecerse a los iniciados.
Debajo de Leunar, en los llanos bajos crece el peyote, cacto sagrado que tiene el poder de relacionarnos de manera directa con la naturaleza y al mismo tiempo llevarnos a explorar el mundo interior, un viaje que nos aleja y acerca a lo más propio y que deja la debilidad al descubierto. El paso de lo profano a lo sagrado es un espacio mágico que se vive cuando al caminar desaparecen las obras del hombre, cuando se transita de la tensa emoción espiritual al juego y la alegría, y de la risa al buen humor. En la fiesta del peyote, el abuelo fuego ocupa el lugar central y observa con sus mil ojos luminosos cómo sus hijos se pierden en el delirio mezcaliniano. En el corazón del fuego se proyectan las fantasías y los temas personales, porque cuando el fuego se apodera de los leños puede ilustrar nuestras ideas, un recurso anterior al tiempo de los libros, de esa expresión escrita que da continuidad a nuestro pensamiento. El fuego, en cambio, es lenguaje originario que da continuidad directa a nuestras fantasías. Su flama nos revela los múltiples sonidos de la tierra, el contorno de plata que tienen las plantas y la luz propia de las piedras, una luz que mata a la propia muerte y saca vida de la muerte.
Se trata de un culto que inhibe y libera, que al pasar de lo ceremonial a lo lúdico hace posible alcanzar la cúspide de Leunar y así lograr que vuelva a nacer el Sol. La urgencia de defender el sitio ha forzado de manera violenta el regreso de lo sagrado a lo profano, hasta que nuevamente puedan los huicholes retomar sus prácticas rituales, algo que deseamos logren en el próximo año. Hay una paradoja que confirma las buenas razones de quienes se rebelan contra el nuevo proyecto de explotación minera: en las zonas de Real de Minas que dieron origen a grandes riquezas del país se asientan hoy los pueblos más pobres.
Traición al Estado laico
Traición al Estado laico
/ 16 diciembre 2011
Policías que matan estudiantes, más muertos y más violencia cada día, y cada vez más urgente la necesidad de lograr un cambio verdadero. Enfrentamos una guerra material y cultural, el peor momento del país que me ha tocado vivir.
Pero a los legisladores del PAN y del PRI lo único que les preocupa es la campaña electoral, y como al votar juntos suman las tres cuartas partes que exige toda reforma constitucional, esta semana quisieron ganarse al episcopado mexicano al cambiar el artículo 24 de la Constitución; pero el intento les falló, y ante las irregularidades del proceso ayer las y los legisladores de la izquierda tuvieron que tomar la tribuna. Esperamos que no vuelvan a presentar una reforma que atenta contra el Estado laico.
La reforma pretendida no es menor. Querían cambiar el concepto anterior de libertad de creencia por el de libertad de conciencia y religión, además de derogar el párrafo que sujeta la realización de los actos de culto público en los templos, lo cual tiene un gran riesgo: abre la puerta para difundir ideas religiosas en los espacios públicos, en las calles, en los medios, y –en la concepción del episcopado– la libertad de religión podría incluir a las escuelas públicas.
Increíble pero cierto, lo que los jerarcas eclesiales perdieron frente a Benito Juárez en 1857, frente al Constituyente de 1917 y en la Guerra Cristera, quieren recuperarlo en pleno siglo XXI. La gravedad de la reforma pretendida es el riesgo de quitar al Estado la hegemonía de la educación y echar atrás un proceso que permitió que las prácticas religiosas se circunscribieran a la vida privada, que los mexicanos fuésemos formados con base en los valores democráticos y constitucionales, en los conocimientos científicos y en las humanidades, una reglamentación que durante 150 años nos permitió modernizarnos y secularizarnos, ejercer los derechos humanos y ser libres.
Se trata de una iniciativa innecesaria y discriminatoria porque ya esta contemplada la libertad de creencias y de culto en la Constitución, pero ahora querían otorgar grandes privilegios a la jerarquía católica sin brindar ningún beneficio al resto. Se vulneraría la democracia porque discrimina a muchos católicos que no comulgan con las ideas de los obispos, a las minorías religiosas y a quienes no profesamos ninguna religión.
Las principales víctimas de la desregulación de las ideas religiosas serían las familias pobres: las niñas, los niños, los jóvenes, las mujeres y las minorías sexuales, las familias de hogares marginales, rurales e indígenas, así como quienes tienen menor capital cultural y cuentan con menos libros e información en casa. Porque la difusión del catolicismo en los espacios públicos no sólo promueve el amor al prójimo, sino que puede deformar el derecho a la información y atentar contra los derechos sexuales y reproductivos: cuando desprecia el erotismo y distorsiona el vínculo del amor y la sexualidad, cuando devalúa las capacidades de niñas, niños y adolescentes al negarles el derecho a la información y dejarlos más vulnerables al abuso sexual y la pederastia, cuando discrimina a solteros y solteras con vida sexual activa y a las minorías sexuales, al promover la virtud de la castidad y de la virginidad, al condenar los pecados de la masturbación, la fornicación, la pornografía, la prostitución y los actos homosexuales; y limita el acceso a la salud reproductiva y a la maternidad voluntaria, al proscribir el condón, los métodos anticonceptivos y la interrupción legal del embarazo.
Esta semana PRI y PAN perdieron una batalla contra el Estado laico pero ganaron otra: no lograron cambiar el artículo 24 para que los ministros religiosos llamaran a votar por sus siglas, pero triunfaron al traer al Papa y así poder manipular a las masas en plena campaña electoral.
Las elites políticas deberían tomar en cuenta la opinión de las nuevas generaciones, quienes actualmente representan la mayoría de los votantes. De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Juventud 2010, 60.9 están en desacuerdo en que la Iglesia participe activamente en la política, 49.4 por ciento considera que la Iglesia no tiene una respuesta adecuada para los problemas sociales concretos del país, 66.2 por ciento de los jóvenes y 54.20 de ellas utilizaron un anticonceptivo en su primera relación sexual, y en cuanto a sus creencias 83 por ciento son católicos, 7.8 son cristianos, y actualmente 7.9 no tienen ninguna religión, lo cual aumentó 4.9 puntos porcentuales en cinco años.
La historia nos enseña que brindar mayor libertad de acción a las elites religiosas no garantiza una convivencia pacífica ni armoniosa sino todo lo contrario. Para evitar enrarecer más el ambiente electoral o calentar los ánimos en un caldo de cultivo tan violento como el que prevalece en nuestro territorio, habría que fortalecer la laicidad del Estado, denunciar lo peligroso de vulnerarla y además solicitar al Vaticano que posponga la visita del Papa para 2013. Aunque parece que la violencia no es un asunto que les quite el sueño ni a los candidatos ni a los legisladores de la derecha.
/ 16 diciembre 2011
Policías que matan estudiantes, más muertos y más violencia cada día, y cada vez más urgente la necesidad de lograr un cambio verdadero. Enfrentamos una guerra material y cultural, el peor momento del país que me ha tocado vivir.
Pero a los legisladores del PAN y del PRI lo único que les preocupa es la campaña electoral, y como al votar juntos suman las tres cuartas partes que exige toda reforma constitucional, esta semana quisieron ganarse al episcopado mexicano al cambiar el artículo 24 de la Constitución; pero el intento les falló, y ante las irregularidades del proceso ayer las y los legisladores de la izquierda tuvieron que tomar la tribuna. Esperamos que no vuelvan a presentar una reforma que atenta contra el Estado laico.
La reforma pretendida no es menor. Querían cambiar el concepto anterior de libertad de creencia por el de libertad de conciencia y religión, además de derogar el párrafo que sujeta la realización de los actos de culto público en los templos, lo cual tiene un gran riesgo: abre la puerta para difundir ideas religiosas en los espacios públicos, en las calles, en los medios, y –en la concepción del episcopado– la libertad de religión podría incluir a las escuelas públicas.
Increíble pero cierto, lo que los jerarcas eclesiales perdieron frente a Benito Juárez en 1857, frente al Constituyente de 1917 y en la Guerra Cristera, quieren recuperarlo en pleno siglo XXI. La gravedad de la reforma pretendida es el riesgo de quitar al Estado la hegemonía de la educación y echar atrás un proceso que permitió que las prácticas religiosas se circunscribieran a la vida privada, que los mexicanos fuésemos formados con base en los valores democráticos y constitucionales, en los conocimientos científicos y en las humanidades, una reglamentación que durante 150 años nos permitió modernizarnos y secularizarnos, ejercer los derechos humanos y ser libres.
Se trata de una iniciativa innecesaria y discriminatoria porque ya esta contemplada la libertad de creencias y de culto en la Constitución, pero ahora querían otorgar grandes privilegios a la jerarquía católica sin brindar ningún beneficio al resto. Se vulneraría la democracia porque discrimina a muchos católicos que no comulgan con las ideas de los obispos, a las minorías religiosas y a quienes no profesamos ninguna religión.
Las principales víctimas de la desregulación de las ideas religiosas serían las familias pobres: las niñas, los niños, los jóvenes, las mujeres y las minorías sexuales, las familias de hogares marginales, rurales e indígenas, así como quienes tienen menor capital cultural y cuentan con menos libros e información en casa. Porque la difusión del catolicismo en los espacios públicos no sólo promueve el amor al prójimo, sino que puede deformar el derecho a la información y atentar contra los derechos sexuales y reproductivos: cuando desprecia el erotismo y distorsiona el vínculo del amor y la sexualidad, cuando devalúa las capacidades de niñas, niños y adolescentes al negarles el derecho a la información y dejarlos más vulnerables al abuso sexual y la pederastia, cuando discrimina a solteros y solteras con vida sexual activa y a las minorías sexuales, al promover la virtud de la castidad y de la virginidad, al condenar los pecados de la masturbación, la fornicación, la pornografía, la prostitución y los actos homosexuales; y limita el acceso a la salud reproductiva y a la maternidad voluntaria, al proscribir el condón, los métodos anticonceptivos y la interrupción legal del embarazo.
Esta semana PRI y PAN perdieron una batalla contra el Estado laico pero ganaron otra: no lograron cambiar el artículo 24 para que los ministros religiosos llamaran a votar por sus siglas, pero triunfaron al traer al Papa y así poder manipular a las masas en plena campaña electoral.
Las elites políticas deberían tomar en cuenta la opinión de las nuevas generaciones, quienes actualmente representan la mayoría de los votantes. De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Juventud 2010, 60.9 están en desacuerdo en que la Iglesia participe activamente en la política, 49.4 por ciento considera que la Iglesia no tiene una respuesta adecuada para los problemas sociales concretos del país, 66.2 por ciento de los jóvenes y 54.20 de ellas utilizaron un anticonceptivo en su primera relación sexual, y en cuanto a sus creencias 83 por ciento son católicos, 7.8 son cristianos, y actualmente 7.9 no tienen ninguna religión, lo cual aumentó 4.9 puntos porcentuales en cinco años.
La historia nos enseña que brindar mayor libertad de acción a las elites religiosas no garantiza una convivencia pacífica ni armoniosa sino todo lo contrario. Para evitar enrarecer más el ambiente electoral o calentar los ánimos en un caldo de cultivo tan violento como el que prevalece en nuestro territorio, habría que fortalecer la laicidad del Estado, denunciar lo peligroso de vulnerarla y además solicitar al Vaticano que posponga la visita del Papa para 2013. Aunque parece que la violencia no es un asunto que les quite el sueño ni a los candidatos ni a los legisladores de la derecha.
Las argumentaciones de Carlos Pereda
/ 2 diciembre 2011
Qué tanto puede contribuir la argumentación filosófica a la hora de hacer políticas públicas? ¿Qué de la filosofía puede ayudarnos a la construcción de la política sexual de este país? Estas preguntas me surgieron al escuchar a Carlos Pereda hablar Sobre el extraño oficio de hacer filosofía en América Latina, conferencia con la cual clausuró el homenaje a su persona organizado la semana pasada por el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.
Sin tener credenciales para hablar desde la tradición filosófica y tomando el riesgo de simplificar la filosofía del doctor Pereda, corro esta aventura como un homenaje cariñoso. Porque pienso que contar con nociones básicas de su filosofía enriquecería las actividades de política sexual que realizamos las organizaciones civiles, mejoraría los debates académicos entre las y los compañeros antropólogos, los diálogos con demógrafos, médicos, sociólogos, sicólogos, pedagogos y demás; en especial, creo que nos permitiría abrir nuevas ventanas para el trabajo de gestión política con legisladores, políticos y activistas.
Entre sus críticas, Carlos Pereda enuncia el vicio de reducir la filosofía, así como los problemas políticos y morales, a discursos científicos y técnicos, tratarlos como si fueran “una entidad física”; en otras palabras, abordarlos como ciencia natural. Al transportar esa crítica al campo de la política sexual, la filosofía aparece como un marco necesario; no olvidemos que la sexualidad son normas, son ideas y regulaciones sobre los usos del cuerpo, y que el mismo discurso científico de “la sexualidad” ha intentado legitimar –desde la biología– una sola orientación sexual como válida y un género como el dominante por encima de otro. Como dijera Octavio Paz: “Nada más natural que el deseo sexual, y nada menos natural que las formas en que se manifiesta y se satisface”.
Las argumentaciones del profesor Pereda no son aburridas, por el contrario, tienen el don de provocar a la razón con gran amenidad. Así nos habla del fervor sucursalero, filósofos atrapados en el vicio colonial de escuchar siempre voces extranjeras y quedar cautivados en corrientes de pensamiento creadas en algún lugar lejano: las casas matrices del pensamiento. Ellos pueden pasar el resto de la vida paralizados repitiendo fórmulas aprendidas que poco a poco van perdiendo su contenido hasta que el trabajo se reduce a la administración de franquicias. La categoría de fervor sucursalero me lleva a confirmar la dificultad para construir teoría sexual desde América Latina, la necesidad de plantarse trabajos de largo alcance y de construir categorías que posiblemente nos permitirían comprender problemas de gran actualidad en la región: los feminicidios, los usos del cuerpo entre mujeres indígenas y cristianas, el abuso sexual en ambientes de corrupción y narcotráfico, por señalar los urgentes. Pero ¿cómo enfrentar el desafío de pensar por cuenta propia? ¿Cómo superar la afiliación a teorías construidas en situaciones lejanas? Se nos alerta además del afán de novedades a fin de evitar amurallarse en un autor o caer en la lógica consumista de “estar al día”, con riesgo de perder la posibilidad de mirar la circunstancia que nos rodea. ¿Cómo descolonizarse sin caer en entusiasmos nacionalistas?
Además, cualquiera puede ser presa de la razón arrogante, categoría de Pereda para referirse a quien le importa mucho mostrar su pertenencia a un lugar geográfico o herencia cultural, a una profesión o institución, a un movimiento social o partido político, y cuya filiación no sólo le demarca, ampara y reconforta, sino que desde esa adhesión recibe con desdén los deseos o creencias de quienes se oponen, una actitud prepotente que se resiste a las preguntas críticas y que puede llegar al extremo de inmunizar las propias ideas. Las feministas tendríamos que interpretar, por ejemplo, las razones de quienes piensan que hay equidad de género, y no solamente desdeñar sin más las disquisiciones en torno a normas y valores que nos molestan. La filosofía es también el arte de interrumpirse –afirma el profesor uruguayo y naturalizado mexicano–, es darse tiempo para argüir, indagar, para rexaminar una situación y asumir una no posición. La perspectiva de la extrañeza puede también tomar forma de razón porosa, una alternativa que ofrece hacerla permeable, no para cerrar las puertas sino para abrirlas.
Es una pena que en este país se prefiera la cerrazón y no se escuche a los filósofos. La Secretaría de Educación Pública realiza un “atentado” contra la enseñanza al rehusarse a incluir las disciplinas filosóficas en el bachillerato, tal como informó el Observatorio Filosófico de México. Habría que recuperar la ética en el Congreso, en las juntas del gabinete y de los gobiernos estatales, hacer que la lógica y la ética ordenen el trabajo legislativo y las políticas públicas. ¿Se puede detentar el poder desde la bondad y la austeridad? ¿Será posible acabar con la corrupción? Me temo que este no es un problema filosófico sino político, o tal vez está en el umbral de ambas esferas.
Qué tanto puede contribuir la argumentación filosófica a la hora de hacer políticas públicas? ¿Qué de la filosofía puede ayudarnos a la construcción de la política sexual de este país? Estas preguntas me surgieron al escuchar a Carlos Pereda hablar Sobre el extraño oficio de hacer filosofía en América Latina, conferencia con la cual clausuró el homenaje a su persona organizado la semana pasada por el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.
Sin tener credenciales para hablar desde la tradición filosófica y tomando el riesgo de simplificar la filosofía del doctor Pereda, corro esta aventura como un homenaje cariñoso. Porque pienso que contar con nociones básicas de su filosofía enriquecería las actividades de política sexual que realizamos las organizaciones civiles, mejoraría los debates académicos entre las y los compañeros antropólogos, los diálogos con demógrafos, médicos, sociólogos, sicólogos, pedagogos y demás; en especial, creo que nos permitiría abrir nuevas ventanas para el trabajo de gestión política con legisladores, políticos y activistas.
Entre sus críticas, Carlos Pereda enuncia el vicio de reducir la filosofía, así como los problemas políticos y morales, a discursos científicos y técnicos, tratarlos como si fueran “una entidad física”; en otras palabras, abordarlos como ciencia natural. Al transportar esa crítica al campo de la política sexual, la filosofía aparece como un marco necesario; no olvidemos que la sexualidad son normas, son ideas y regulaciones sobre los usos del cuerpo, y que el mismo discurso científico de “la sexualidad” ha intentado legitimar –desde la biología– una sola orientación sexual como válida y un género como el dominante por encima de otro. Como dijera Octavio Paz: “Nada más natural que el deseo sexual, y nada menos natural que las formas en que se manifiesta y se satisface”.
Las argumentaciones del profesor Pereda no son aburridas, por el contrario, tienen el don de provocar a la razón con gran amenidad. Así nos habla del fervor sucursalero, filósofos atrapados en el vicio colonial de escuchar siempre voces extranjeras y quedar cautivados en corrientes de pensamiento creadas en algún lugar lejano: las casas matrices del pensamiento. Ellos pueden pasar el resto de la vida paralizados repitiendo fórmulas aprendidas que poco a poco van perdiendo su contenido hasta que el trabajo se reduce a la administración de franquicias. La categoría de fervor sucursalero me lleva a confirmar la dificultad para construir teoría sexual desde América Latina, la necesidad de plantarse trabajos de largo alcance y de construir categorías que posiblemente nos permitirían comprender problemas de gran actualidad en la región: los feminicidios, los usos del cuerpo entre mujeres indígenas y cristianas, el abuso sexual en ambientes de corrupción y narcotráfico, por señalar los urgentes. Pero ¿cómo enfrentar el desafío de pensar por cuenta propia? ¿Cómo superar la afiliación a teorías construidas en situaciones lejanas? Se nos alerta además del afán de novedades a fin de evitar amurallarse en un autor o caer en la lógica consumista de “estar al día”, con riesgo de perder la posibilidad de mirar la circunstancia que nos rodea. ¿Cómo descolonizarse sin caer en entusiasmos nacionalistas?
Además, cualquiera puede ser presa de la razón arrogante, categoría de Pereda para referirse a quien le importa mucho mostrar su pertenencia a un lugar geográfico o herencia cultural, a una profesión o institución, a un movimiento social o partido político, y cuya filiación no sólo le demarca, ampara y reconforta, sino que desde esa adhesión recibe con desdén los deseos o creencias de quienes se oponen, una actitud prepotente que se resiste a las preguntas críticas y que puede llegar al extremo de inmunizar las propias ideas. Las feministas tendríamos que interpretar, por ejemplo, las razones de quienes piensan que hay equidad de género, y no solamente desdeñar sin más las disquisiciones en torno a normas y valores que nos molestan. La filosofía es también el arte de interrumpirse –afirma el profesor uruguayo y naturalizado mexicano–, es darse tiempo para argüir, indagar, para rexaminar una situación y asumir una no posición. La perspectiva de la extrañeza puede también tomar forma de razón porosa, una alternativa que ofrece hacerla permeable, no para cerrar las puertas sino para abrirlas.
Es una pena que en este país se prefiera la cerrazón y no se escuche a los filósofos. La Secretaría de Educación Pública realiza un “atentado” contra la enseñanza al rehusarse a incluir las disciplinas filosóficas en el bachillerato, tal como informó el Observatorio Filosófico de México. Habría que recuperar la ética en el Congreso, en las juntas del gabinete y de los gobiernos estatales, hacer que la lógica y la ética ordenen el trabajo legislativo y las políticas públicas. ¿Se puede detentar el poder desde la bondad y la austeridad? ¿Será posible acabar con la corrupción? Me temo que este no es un problema filosófico sino político, o tal vez está en el umbral de ambas esferas.
Un fantasma recorre el mundo
/ 18 noviembre 2011
Las luchas feministas en México de 1910 a 2010 se relatan en Un fantasma recorre el siglo, libro coordinado por Gisela Espinosa Damián y Ana Lau Jaiven, de la Univeridad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
Como anuncia el título, se trata de un fantasma, de un cuerpo espiritual, un ánima, como esa que nos visitó el Día de Muertos, sólo que el feminismo se quedó visitándonos todo un siglo. Emile Michel Cioran nos ayuda a comprender a los fantasmas: “He escuchado, he visto y he tenido miedo: miedo de actuar por los mismos motivos o por cualquier otro motivo, de creer en los mismos fantasmas o en cualquier otro fantasma.… de delirar en común. (…) El Mal es en la misma medida que el Bien una fuerza creadora, aunque el Mal es el más activo de los dos. Pues con demasiada frecuencia el Bien haraganea. (…) Por malo o muy horrible que sea un monstruo, nos atrae secretamente, nos persigue, nos obsesiona. Representa, aumentadas, nuestra superioridad y nuestras miserias, nos proclama, es nuestro portaestandarte” (Breviario de podredumbre, 1991).
El feminismo es un movimiento que cuestiona el poder, y el miedo es aliado del poder. Se trata de mujeres muy peligrosas que quieren cambiar el régimen y terminar con las desigualdades; que exigen sus derechos, quieren ser libres y pretenden realizar sus deseos. Son un peligro para México, para decirlo en términos del siglo XXI.
Historiadoras de la Revolución Mexicana, del cardenismo, nos llevan a viajar hasta las primeras décadas del siglo pasado; luego paseamos por un conjunto de experiencias relatadas por las protagonistas que ilustran la diversidad de feminismos en tres décadas del neoliberalismo: las socialistas, las comunistas, las liberales, las sindicalistas, las ambientalistas, las indígenas, las académicas, las radicales. Voces de tantas y cuantas mujeres que actuaron por la igualdad de clase y de etnia, por la presencia de la mujer en la escuela, en el trabajo, en el campo, en el ámbito público, en los medios de comunicación, en las organizaciones civiles y en las instituciones gubernamentales; que libran las batallas del cuerpo, de la diversidad sexual, del aborto y la no violencia. En todos los artículos nos cuentan una historia en su contexto sin eludir las tensiones externas e internas. Un verdadero diccionario conceptual para quien quiera comprender cómo se han construido los conceptos ligados al género y al feminismo.
Sólo me detengo en algunos fascículos. Como el de Martha Eva Rocha sobre Feminismo y Revolución. Atractivas resultan las anécdotas de las mujeres que no temen tomar un rol masculino e irrumpir en el ámbito de la guerra, como enfermeras, soldaderas y soldados. Campesinas, maestras y mujeres de clase media ilustrada, poetas y periodistas organizadas en clubes y algunas en partidos. Indignadas por el fraude de 1910 organizan una campaña de oposición al gobierno de Porfirio Díaz. Hacen acopio de armas, son espías, se mueven con documentación cosida entre su ropa; denuncian crímenes y arbitrariedades. En 1911 llegaron a creer que en las urnas iba a darse el cambio. ¡Qué familiar nos suena todo eso! ¿Acaso estaremos viviendo circunstancias parecidas a las que propiciaron el levantamiento armado de hace un siglo?
También creían que la pluma era un arma de lucha. Hermila Galindo escribía en la revista La Mujer Moderna: “Hay que ampliar los horizontes sin descuidar el lugar de la mujer en la familia y en el hogar. Es necesario liberar a las mujeres de la tutela clerical, del fanatismo religioso, porque el instinto sexual es parte del amor maternal”. Ella pensaba que debía haber una sola moral para ambos sexos “porque la ciencia ha demostrado la existencia del deseo y del placer femenino”.
El artículo de Ana Lau Jaiven, Feminismo y sufragio, muestra que el ser excluidas no impidió a las mujeres de los años 20 ser intermediarias e influir en la política. En la lucha por el voto femenino fueron condescendientes, asumieron que no estaban preparadas, que había que darles educación antes de luchar por el derecho a votar. La nueva ola del feminismo comenzó en los 60, cuando la mujer accede a la educación superior, se comercializa la píldora anticonceptiva, triunfa la revolución cubana y se rechaza la guerra de Vietnam, cuando surge la revolución sexual y el rock and roll, la primavera de Praga, el 68 de México. Pero el feminismo civil no se visibilizó sino hasta la década de los 90; densas etnografías con informantes de todas las regiones del país dan testimonio de organizaciones de la sociedad civil que trabajan con una visión social y pedagógica.
Tantos años, tantas luchas para confirmar que el género cambia con la historia, pero se perpetúa en la cultura; que a los derechos económicos y sociales sólo han tenido acceso las mujeres de las clases media y alta; y que el sexo sigue señalando relaciones significantes de poder. ¿Se hubiesen logrado los mismos cambios sin el levantamiento armado de 1910? ¿Evitando el saldo de un millón de muertes?
Hoy las izquierdas reunidas en el Movimiento Progresista, heredero de la resistencia civil pacífica que encabezó Andrés Manuel López Obrador y de los gobiernos del Distrito Federal, apuestan por la vía legal, por un cambio de régimen por medio de las elecciones, sin más muertes. Vuelvo a Cioran: “El mundo está tan mal que hay que seguir un camino inverso al que hasta ahora hemos tomado”.
Las luchas feministas en México de 1910 a 2010 se relatan en Un fantasma recorre el siglo, libro coordinado por Gisela Espinosa Damián y Ana Lau Jaiven, de la Univeridad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
Como anuncia el título, se trata de un fantasma, de un cuerpo espiritual, un ánima, como esa que nos visitó el Día de Muertos, sólo que el feminismo se quedó visitándonos todo un siglo. Emile Michel Cioran nos ayuda a comprender a los fantasmas: “He escuchado, he visto y he tenido miedo: miedo de actuar por los mismos motivos o por cualquier otro motivo, de creer en los mismos fantasmas o en cualquier otro fantasma.… de delirar en común. (…) El Mal es en la misma medida que el Bien una fuerza creadora, aunque el Mal es el más activo de los dos. Pues con demasiada frecuencia el Bien haraganea. (…) Por malo o muy horrible que sea un monstruo, nos atrae secretamente, nos persigue, nos obsesiona. Representa, aumentadas, nuestra superioridad y nuestras miserias, nos proclama, es nuestro portaestandarte” (Breviario de podredumbre, 1991).
El feminismo es un movimiento que cuestiona el poder, y el miedo es aliado del poder. Se trata de mujeres muy peligrosas que quieren cambiar el régimen y terminar con las desigualdades; que exigen sus derechos, quieren ser libres y pretenden realizar sus deseos. Son un peligro para México, para decirlo en términos del siglo XXI.
Historiadoras de la Revolución Mexicana, del cardenismo, nos llevan a viajar hasta las primeras décadas del siglo pasado; luego paseamos por un conjunto de experiencias relatadas por las protagonistas que ilustran la diversidad de feminismos en tres décadas del neoliberalismo: las socialistas, las comunistas, las liberales, las sindicalistas, las ambientalistas, las indígenas, las académicas, las radicales. Voces de tantas y cuantas mujeres que actuaron por la igualdad de clase y de etnia, por la presencia de la mujer en la escuela, en el trabajo, en el campo, en el ámbito público, en los medios de comunicación, en las organizaciones civiles y en las instituciones gubernamentales; que libran las batallas del cuerpo, de la diversidad sexual, del aborto y la no violencia. En todos los artículos nos cuentan una historia en su contexto sin eludir las tensiones externas e internas. Un verdadero diccionario conceptual para quien quiera comprender cómo se han construido los conceptos ligados al género y al feminismo.
Sólo me detengo en algunos fascículos. Como el de Martha Eva Rocha sobre Feminismo y Revolución. Atractivas resultan las anécdotas de las mujeres que no temen tomar un rol masculino e irrumpir en el ámbito de la guerra, como enfermeras, soldaderas y soldados. Campesinas, maestras y mujeres de clase media ilustrada, poetas y periodistas organizadas en clubes y algunas en partidos. Indignadas por el fraude de 1910 organizan una campaña de oposición al gobierno de Porfirio Díaz. Hacen acopio de armas, son espías, se mueven con documentación cosida entre su ropa; denuncian crímenes y arbitrariedades. En 1911 llegaron a creer que en las urnas iba a darse el cambio. ¡Qué familiar nos suena todo eso! ¿Acaso estaremos viviendo circunstancias parecidas a las que propiciaron el levantamiento armado de hace un siglo?
También creían que la pluma era un arma de lucha. Hermila Galindo escribía en la revista La Mujer Moderna: “Hay que ampliar los horizontes sin descuidar el lugar de la mujer en la familia y en el hogar. Es necesario liberar a las mujeres de la tutela clerical, del fanatismo religioso, porque el instinto sexual es parte del amor maternal”. Ella pensaba que debía haber una sola moral para ambos sexos “porque la ciencia ha demostrado la existencia del deseo y del placer femenino”.
El artículo de Ana Lau Jaiven, Feminismo y sufragio, muestra que el ser excluidas no impidió a las mujeres de los años 20 ser intermediarias e influir en la política. En la lucha por el voto femenino fueron condescendientes, asumieron que no estaban preparadas, que había que darles educación antes de luchar por el derecho a votar. La nueva ola del feminismo comenzó en los 60, cuando la mujer accede a la educación superior, se comercializa la píldora anticonceptiva, triunfa la revolución cubana y se rechaza la guerra de Vietnam, cuando surge la revolución sexual y el rock and roll, la primavera de Praga, el 68 de México. Pero el feminismo civil no se visibilizó sino hasta la década de los 90; densas etnografías con informantes de todas las regiones del país dan testimonio de organizaciones de la sociedad civil que trabajan con una visión social y pedagógica.
Tantos años, tantas luchas para confirmar que el género cambia con la historia, pero se perpetúa en la cultura; que a los derechos económicos y sociales sólo han tenido acceso las mujeres de las clases media y alta; y que el sexo sigue señalando relaciones significantes de poder. ¿Se hubiesen logrado los mismos cambios sin el levantamiento armado de 1910? ¿Evitando el saldo de un millón de muertes?
Hoy las izquierdas reunidas en el Movimiento Progresista, heredero de la resistencia civil pacífica que encabezó Andrés Manuel López Obrador y de los gobiernos del Distrito Federal, apuestan por la vía legal, por un cambio de régimen por medio de las elecciones, sin más muertes. Vuelvo a Cioran: “El mundo está tan mal que hay que seguir un camino inverso al que hasta ahora hemos tomado”.
Ofrenda a los jóvenes
Ofrenda a los jóvenes
/ 4 de noviembre 2011
Mientras en México marcamos con pétalos de flores de cempasúchil el camino que siguieron más de 50 mil ánimas-víctimas de la guerra contra el narco al visitarnos en la avenida Reforma, al otro lado del mundo nació la habitante número 7 mil millones del planeta. El crecimiento acelerado de la población mundial comenzó en 1950, a raíz de reducciones en la mortalidad en las regiones menos adelantadas, lo cual redundó en una cantidad estimada en 6 mil 100 millones de personas en el año 2000, casi dos veces y media la población de 1950. Y a raíz de la disminución de la fecundidad en la mayor parte de la Tierra, la tasa mundial de crecimiento demográfico ha disminuido en el lapso 1965-1970.
Por eso el vigor que caracteriza a la población mundial es que la cuarta parte está constituida por jóvenes entre10 y 24 años de edad. Esta cohorte de jóvenes es la más grande que jamás haya existido. Por su tamaño y las condiciones en que vive la nueva generación se ha levantado en importantes movimientos sociales en distintos puntos planetarios: ha decidido indignarse frente a las extremas desigualdades y las precarias condiciones en que vive y en que muere.
Cada año fallecen 2.6 millones de jóvenes, la mayoría de estas muertes pudieron evitarse. Cerca de 97 por ciento se producen en países de bajos y medianos ingresos. Se trata del único grupo etario en el que no han disminuido las tasas de mortalidad. Traumatismos no intencionados y actos de violencia son los factores que más afectan a la juventud. Cada día mueren mil jóvenes por traumatismos causados por accidentes de tránsito; otras de las principales causas de fallecimiento son el homicidio, con 12 por ciento de las muertes de varones, y el suicidio, con 6 por ciento de las defunciones de hombres y mujeres jóvenes, según la Organización Mundial de la Salud.
En las causales de muerte, la diferencia por sexo es una variable significativa. Las primeras cinco causas de fallecimiento de los mexicanos de 15 a 19 años corresponden a muertes violentas: la primera causal es por accidentes de tránsito: 18.8 por cada 100 mil hombres adolescentes; la segunda, homicidios, cuya tasa alcanza 11.3; le siguen suicidios, con 7.3, ahogamiento y sumersión accidentales con 5.6, y como peatón en accidentes de tránsito mueren 4.4 por cada 100 mil adolescentes. Entre las jóvenes los accidentes de vehículos de motor son también primera causal, aunque con una tasa de 5.6; después están los suicidios, 2.7; la nefritis y nefrosis, 2.4, y la leucemia, 2.4. La muerte por homicidio ocupa el quinto lugar con una tasa de 2.1 por cada 100 mil adolescentes (Inegi, 2007).
La comprensión del origen de la violencia en los varones es una expresión central de la relación entre masculinidad y salud mental; en la actualidad hay que contextuarla en el narcotráfico, la corrupción y la pobreza creciente. Como expone Benno de Keijzer en su tesis doctoral sobre masculinidades, “la mayor parte de los varones son socializados dentro del modelo dominante de masculinidad que privilegia los valores de la fuerza, el manejo del poder y la autoridad, la superioridad sobre la mujer y sobre otros hombres. La socialización masculina no se reduce a la agresión hacia la mujer, la violencia entre hombres es un recurso para competir, subordinar y enfrentar o ‘solucionar’ conflictos, se ejerce hacia las mujeres, niños y niñas, hacia otros hombres y hacia el hombre mismo”. La subjetividad humana es una de las dimensiones críticas para la comprensión de la violencia y Kauffman –uno de los primeros teóricos del tema– insiste en que se analice a los hombres no sólo desde la crítica al poder, sino también desde el dolor.
El dolor surge precisamente de la misma fuente que el poder: la experiencia contradictoria que los hombres tienen del poder. La insensibilidad masculina, esa falta de capacidad para percibir una diversa gama de sentimientos, haría que tampoco puedan percibirlos en los demás, actúan desde una coraza, ya que muchos hombres se sienten encerrados en sí mismos, tienen el deseo de acercarse a otras personas, pero se sienten incapaces. Como si durante el proceso de crecimiento hubieran aprendido a dejar atrás su ser emocional. Muy articulado al manejo de los afectos están las diversas funciones que cumple el alcohol en la vida de los hombres, sustancia que facilita la expresión de muy variados sentimientos y elemento privilegiado para transgredir normas comunitarias. Otro factor es la relación con el padre, la ausencia paterna por muerte, separación o abandono, y la presencia excesiva en términos de violencia y autoritarismo: ser testigo de la violencia en la infancia es un predictor de la violencia futura. Esto opera en forma de espejo en las mujeres que sufrieron abuso en la infancia y que de adultas sufren depresión. Para que el hombre cambie necesita aceptar y superar su propia violencia y ser flexible, aprender a vivir con cierto nivel de ambigüedad, porque al ser flexible acepta que el mundo y las personas que lo rodean pueden tomar decisiones inesperadas, en muchos casos opuestas a las suyas (Masculinidad, violencia, resistencia y cambio, CRIM/UNAM, 2010).
Los políticos tendrían que hacer una revisión de la influencia de los patrones dominantes y violentos de masculinidad a la hora de tomar las decisiones, y tal vez algún día dejemos de colocar en nuestras ofrendas a tantas víctimas de la violencia.
/ 4 de noviembre 2011
Mientras en México marcamos con pétalos de flores de cempasúchil el camino que siguieron más de 50 mil ánimas-víctimas de la guerra contra el narco al visitarnos en la avenida Reforma, al otro lado del mundo nació la habitante número 7 mil millones del planeta. El crecimiento acelerado de la población mundial comenzó en 1950, a raíz de reducciones en la mortalidad en las regiones menos adelantadas, lo cual redundó en una cantidad estimada en 6 mil 100 millones de personas en el año 2000, casi dos veces y media la población de 1950. Y a raíz de la disminución de la fecundidad en la mayor parte de la Tierra, la tasa mundial de crecimiento demográfico ha disminuido en el lapso 1965-1970.
Por eso el vigor que caracteriza a la población mundial es que la cuarta parte está constituida por jóvenes entre10 y 24 años de edad. Esta cohorte de jóvenes es la más grande que jamás haya existido. Por su tamaño y las condiciones en que vive la nueva generación se ha levantado en importantes movimientos sociales en distintos puntos planetarios: ha decidido indignarse frente a las extremas desigualdades y las precarias condiciones en que vive y en que muere.
Cada año fallecen 2.6 millones de jóvenes, la mayoría de estas muertes pudieron evitarse. Cerca de 97 por ciento se producen en países de bajos y medianos ingresos. Se trata del único grupo etario en el que no han disminuido las tasas de mortalidad. Traumatismos no intencionados y actos de violencia son los factores que más afectan a la juventud. Cada día mueren mil jóvenes por traumatismos causados por accidentes de tránsito; otras de las principales causas de fallecimiento son el homicidio, con 12 por ciento de las muertes de varones, y el suicidio, con 6 por ciento de las defunciones de hombres y mujeres jóvenes, según la Organización Mundial de la Salud.
En las causales de muerte, la diferencia por sexo es una variable significativa. Las primeras cinco causas de fallecimiento de los mexicanos de 15 a 19 años corresponden a muertes violentas: la primera causal es por accidentes de tránsito: 18.8 por cada 100 mil hombres adolescentes; la segunda, homicidios, cuya tasa alcanza 11.3; le siguen suicidios, con 7.3, ahogamiento y sumersión accidentales con 5.6, y como peatón en accidentes de tránsito mueren 4.4 por cada 100 mil adolescentes. Entre las jóvenes los accidentes de vehículos de motor son también primera causal, aunque con una tasa de 5.6; después están los suicidios, 2.7; la nefritis y nefrosis, 2.4, y la leucemia, 2.4. La muerte por homicidio ocupa el quinto lugar con una tasa de 2.1 por cada 100 mil adolescentes (Inegi, 2007).
La comprensión del origen de la violencia en los varones es una expresión central de la relación entre masculinidad y salud mental; en la actualidad hay que contextuarla en el narcotráfico, la corrupción y la pobreza creciente. Como expone Benno de Keijzer en su tesis doctoral sobre masculinidades, “la mayor parte de los varones son socializados dentro del modelo dominante de masculinidad que privilegia los valores de la fuerza, el manejo del poder y la autoridad, la superioridad sobre la mujer y sobre otros hombres. La socialización masculina no se reduce a la agresión hacia la mujer, la violencia entre hombres es un recurso para competir, subordinar y enfrentar o ‘solucionar’ conflictos, se ejerce hacia las mujeres, niños y niñas, hacia otros hombres y hacia el hombre mismo”. La subjetividad humana es una de las dimensiones críticas para la comprensión de la violencia y Kauffman –uno de los primeros teóricos del tema– insiste en que se analice a los hombres no sólo desde la crítica al poder, sino también desde el dolor.
El dolor surge precisamente de la misma fuente que el poder: la experiencia contradictoria que los hombres tienen del poder. La insensibilidad masculina, esa falta de capacidad para percibir una diversa gama de sentimientos, haría que tampoco puedan percibirlos en los demás, actúan desde una coraza, ya que muchos hombres se sienten encerrados en sí mismos, tienen el deseo de acercarse a otras personas, pero se sienten incapaces. Como si durante el proceso de crecimiento hubieran aprendido a dejar atrás su ser emocional. Muy articulado al manejo de los afectos están las diversas funciones que cumple el alcohol en la vida de los hombres, sustancia que facilita la expresión de muy variados sentimientos y elemento privilegiado para transgredir normas comunitarias. Otro factor es la relación con el padre, la ausencia paterna por muerte, separación o abandono, y la presencia excesiva en términos de violencia y autoritarismo: ser testigo de la violencia en la infancia es un predictor de la violencia futura. Esto opera en forma de espejo en las mujeres que sufrieron abuso en la infancia y que de adultas sufren depresión. Para que el hombre cambie necesita aceptar y superar su propia violencia y ser flexible, aprender a vivir con cierto nivel de ambigüedad, porque al ser flexible acepta que el mundo y las personas que lo rodean pueden tomar decisiones inesperadas, en muchos casos opuestas a las suyas (Masculinidad, violencia, resistencia y cambio, CRIM/UNAM, 2010).
Los políticos tendrían que hacer una revisión de la influencia de los patrones dominantes y violentos de masculinidad a la hora de tomar las decisiones, y tal vez algún día dejemos de colocar en nuestras ofrendas a tantas víctimas de la violencia.
Marta Lamas, “más que un cuerpo de mujer”
/ 21 octubre 2011
Más que merecido, este 19 de octubre el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación entregó a Marta Lamas el Premio Nacional por la Igualdad y la No Discriminación. Un reconocimiento institucional para una de las menos institucionales mujeres de México, que ha hecho de la provocación un camino para redefinir el poder y que nos ha enseñado a quitarnos el miedo, este sentimiento que hoy se nutre de sangre y muerte y que a ratos nos impide valorar los triunfos culturales de las mujeres.
Muchas, tal vez todas las feministas tenemos esa deuda con Marta: nos quitó el miedo a debatir ¡hasta con priístas y panistas! Lo mismo en la academia que en la calle (Debate Feminista se llama su revista), en la Suprema Corte o en el Congreso, en Naciones Unidas y en la televisión, con los amigos y la pareja; debatir es la única batalla que no es violenta, la única estrategia que no pega y que no mata, y que debería ser el recurso para mejorar las relaciones, para superar las desigualdades y las diferencias.
“Una mujer es más que un cuerpo condenado por su biología –afirma Marta Lamas–; la primera evidencia incontrovertible de la diferencia humana la encontramos en la diferencia sexual, manifiesta en el cuerpo. Este hecho biológico, con toda la carga libidinal que conlleva, es materia básica de la cultura y locus de la discriminación. La primera diferencia de cuerpo, que cualquier grupo, por pequeño y aislado que sea, tiene que confrontar es la diferencia sexual. De aquí que la mujer sea el eterno otro… Otras, con una cultura diferente o una religión distinta u otro deseo sexual, o una alternativa divergente”. Ella luchó por el aborto desde 1971; tomó 36 años al movimiento feminista que en la ciudad de México el aborto fuera un servicio de salud pública. Hoy, más de 60 mil mujeres han ejercido el derecho a decidir sobre sus cuerpos.
Y hoy la interrupción del embarazo es también un debate entre docentes de las escuelas públicas. Esta semana, en la cuarta reunión de investigación sobre embarazo no deseado y aborto inseguro presenté los argumentos de docentes del DF en favor y en contra de la ley que autoriza la interrupción legal de la gestación por decisión de la mujer hasta la semana 12 (ILE-DF).
Ciento sesenta y cinco maestras y 26 maestros de escuelas públicas debatieron en un foro virtual que se abrió como parte de un diplomado de educación sexual que reciben por Afluentes SC. El resultado más sorprendente fue encontrar que 69 por ciento está en favor de la ILE-DF; la razón principal expresada es “porque la mujer es la única que debe decidir sobre su cuerpo”; recurren a una frase identitaria del movimiento feminista que, como vemos, tiene gran potencial entre las y los educadores que trabajan en esta isla de libertades, tal como nombra al DF nuestra consejera jurídica, Leticia Bonifaz. He aquí los testimonios: “El cuerpo de una mujer le pertenece, es su decisión aunque sea menor de edad; es un asunto de igualdad y justicia, las mujeres tienen libertad de conciencia y religión; nadie puede ser obligada a tener hijos, somos personas independientes y no madres en potencia; hay que empoderar a las estudiantes para que dejen de ser sumisas”. El segundo argumento es porque un hijo no deseado puede truncar un proyecto de vida, y el tercero es que la ILE puede evitar el nacimiento de niños no deseados: “antes que el derecho a la vida está el derecho a ser deseado; habrá menos hijos abandonados, maltratados y sin amor; habrá menos niños de la calle, delincuentes, drogadictos, asesinos; habrá menos niños explotados en forma laboral y sexual; todos merecemos nacer en el seno de una familia que nos ame y tenga posibilidades económicas. Además, se reconoce que evita la muerte de muchas mujeres y que es una opción ante un embarazo no deseado.
Sólo 10 por ciento de ese grupo expresó su rechazo a la ley de la ILE-DF: “porque es matar a un ser vivo; sólo en caso de violación o riesgo de vida de la madre, porque afecta la salud física y mental de quien se practica un aborto (no hablan de los efectos negativos de tener un hijo no deseado ni de los bien documentados daños en las madres que dan en adopción, alternativa con los más graves y duraderos efectos sicológicos)”. Algunos están contra esa norma porque consideran que no hay que hacerles fácil el aborto a las adolescentes: “Que no se utilice como una salida ante la irresponsabilidad; la ILE genera libertinaje, se les hace fácil tener relaciones sexuales y salir por la puerta fácil; es absurdo que no sean penalizadas en el DF simplemente porque lo pidan; son mujeres que se dejan llevar por su príncipe azul y tienen sexo simplemente por deseo y por placer”.
Es de llamar la atención que quienes rechazan el derecho al aborto son los mismos que se oponen al erotismo de las mujeres, los que descalifican a las menores de edad y depositan en el cuerpo el prestigio moral femenino. En su visión, habría que dificultar la vida a las adolescentes, en especial a las que disfrutan de la sexualidad. Cuerpo y género, dos conceptos que se entrecruzan gravemente a la hora de discriminar. Bien decía Arturo Díaz Betancourt, quien de manera póstuma y junto con Marta Lamas fue merecidamente galardonado con el mismo Premio por la Igualdad y la No Discriminación: “la homofobia es el perro guardián del machismo y de la misoginia”.
Más que merecido, este 19 de octubre el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación entregó a Marta Lamas el Premio Nacional por la Igualdad y la No Discriminación. Un reconocimiento institucional para una de las menos institucionales mujeres de México, que ha hecho de la provocación un camino para redefinir el poder y que nos ha enseñado a quitarnos el miedo, este sentimiento que hoy se nutre de sangre y muerte y que a ratos nos impide valorar los triunfos culturales de las mujeres.
Muchas, tal vez todas las feministas tenemos esa deuda con Marta: nos quitó el miedo a debatir ¡hasta con priístas y panistas! Lo mismo en la academia que en la calle (Debate Feminista se llama su revista), en la Suprema Corte o en el Congreso, en Naciones Unidas y en la televisión, con los amigos y la pareja; debatir es la única batalla que no es violenta, la única estrategia que no pega y que no mata, y que debería ser el recurso para mejorar las relaciones, para superar las desigualdades y las diferencias.
“Una mujer es más que un cuerpo condenado por su biología –afirma Marta Lamas–; la primera evidencia incontrovertible de la diferencia humana la encontramos en la diferencia sexual, manifiesta en el cuerpo. Este hecho biológico, con toda la carga libidinal que conlleva, es materia básica de la cultura y locus de la discriminación. La primera diferencia de cuerpo, que cualquier grupo, por pequeño y aislado que sea, tiene que confrontar es la diferencia sexual. De aquí que la mujer sea el eterno otro… Otras, con una cultura diferente o una religión distinta u otro deseo sexual, o una alternativa divergente”. Ella luchó por el aborto desde 1971; tomó 36 años al movimiento feminista que en la ciudad de México el aborto fuera un servicio de salud pública. Hoy, más de 60 mil mujeres han ejercido el derecho a decidir sobre sus cuerpos.
Y hoy la interrupción del embarazo es también un debate entre docentes de las escuelas públicas. Esta semana, en la cuarta reunión de investigación sobre embarazo no deseado y aborto inseguro presenté los argumentos de docentes del DF en favor y en contra de la ley que autoriza la interrupción legal de la gestación por decisión de la mujer hasta la semana 12 (ILE-DF).
Ciento sesenta y cinco maestras y 26 maestros de escuelas públicas debatieron en un foro virtual que se abrió como parte de un diplomado de educación sexual que reciben por Afluentes SC. El resultado más sorprendente fue encontrar que 69 por ciento está en favor de la ILE-DF; la razón principal expresada es “porque la mujer es la única que debe decidir sobre su cuerpo”; recurren a una frase identitaria del movimiento feminista que, como vemos, tiene gran potencial entre las y los educadores que trabajan en esta isla de libertades, tal como nombra al DF nuestra consejera jurídica, Leticia Bonifaz. He aquí los testimonios: “El cuerpo de una mujer le pertenece, es su decisión aunque sea menor de edad; es un asunto de igualdad y justicia, las mujeres tienen libertad de conciencia y religión; nadie puede ser obligada a tener hijos, somos personas independientes y no madres en potencia; hay que empoderar a las estudiantes para que dejen de ser sumisas”. El segundo argumento es porque un hijo no deseado puede truncar un proyecto de vida, y el tercero es que la ILE puede evitar el nacimiento de niños no deseados: “antes que el derecho a la vida está el derecho a ser deseado; habrá menos hijos abandonados, maltratados y sin amor; habrá menos niños de la calle, delincuentes, drogadictos, asesinos; habrá menos niños explotados en forma laboral y sexual; todos merecemos nacer en el seno de una familia que nos ame y tenga posibilidades económicas. Además, se reconoce que evita la muerte de muchas mujeres y que es una opción ante un embarazo no deseado.
Sólo 10 por ciento de ese grupo expresó su rechazo a la ley de la ILE-DF: “porque es matar a un ser vivo; sólo en caso de violación o riesgo de vida de la madre, porque afecta la salud física y mental de quien se practica un aborto (no hablan de los efectos negativos de tener un hijo no deseado ni de los bien documentados daños en las madres que dan en adopción, alternativa con los más graves y duraderos efectos sicológicos)”. Algunos están contra esa norma porque consideran que no hay que hacerles fácil el aborto a las adolescentes: “Que no se utilice como una salida ante la irresponsabilidad; la ILE genera libertinaje, se les hace fácil tener relaciones sexuales y salir por la puerta fácil; es absurdo que no sean penalizadas en el DF simplemente porque lo pidan; son mujeres que se dejan llevar por su príncipe azul y tienen sexo simplemente por deseo y por placer”.
Es de llamar la atención que quienes rechazan el derecho al aborto son los mismos que se oponen al erotismo de las mujeres, los que descalifican a las menores de edad y depositan en el cuerpo el prestigio moral femenino. En su visión, habría que dificultar la vida a las adolescentes, en especial a las que disfrutan de la sexualidad. Cuerpo y género, dos conceptos que se entrecruzan gravemente a la hora de discriminar. Bien decía Arturo Díaz Betancourt, quien de manera póstuma y junto con Marta Lamas fue merecidamente galardonado con el mismo Premio por la Igualdad y la No Discriminación: “la homofobia es el perro guardián del machismo y de la misoginia”.
Justicia + aborto legal = menos delincuencia
/7 de octubre 2011
La suma de justicia y aborto legal resulta en menor delincuencia a mediano plazo. Tal es la ecuación demostrada por John Donohue y Stephen Levitt, profesor de las universidades Yale, Stanford y Harvard, el primero, y del MIT y Chicago, el segundo. Hace cuatro años, en ocasión de la despenalización del aborto en la ciudad de México, referí los resultados de ese estudio, y pienso que hay que recordarlo ahora, ante el reciente fallo de la SCJN, con el cual se sostiene la criminalización del aborto en dos entidades del país.
Los dos economistas habían enfocado sus estudios al impacto de las políticas públicas en el empleo, la violencia y la delincuencia; sin embargo, al no encontrar una explicación satisfactoria sobre el persistente decremento del crimen en cinco entidades de Estados Unidos y ante la casi nula correlación con factores generalmente asociados, tales como los niveles de encarcelamiento, el número de policías, la tasa de empleo, el ingreso per cápita, la tasa de pobreza o estrategias específicas para mejorar el trabajo policiaco ellos se dieron a la tarea de profundizar en el análisis de otros indicadores. Cuál no sería su sorpresa al descubrir que la única variable explicativa era el acceso a servicios de aborto legal. El estudio “El impacto de la legalización del aborto en la delincuencia” fue publicado en mayo de 2001 por el Quarterly Journal of Economics, y ofrece evidencia de que la legalización del aborto contribuye significativamente a la reducción de la delincuencia. Aquí las conclusiones: en los cinco estados donde se inició desde 1969 la liberalización del aborto (Nueva York, Washington, Alaska, Hawai y California) la reducción de la delincuencia comenzó más tempranamente que en el resto. Los estados con tasas más altas de aborto en los años 70 y 80 presentan las mayores reducciones de delitos en los 90, veinte años después; en otros se registra un declive del crimen entre jóvenes que nacieron posteriormente a la legalización nacional del aborto, y que presentaron una alta incidencia de interrupción del embarazo, llevando control estadístico sobre el factor del boom económico. Entre las correlaciones importantes hay que señalar que la edad pico para la actividad criminal se ubica entre los 18 y los 24 años, que es el tiempo relativo en que empezó a declinar la delincuencia, y que se presentaron tasas desproporcionadamente altas de aborto entre madres pobres y con baja escolaridad, cuyos hijos califican con probabilidad estadística para convertirse en delincuentes, así que el estudio también enfatiza que el riesgo de criminalidad sigue siendo una de las consecuencias de la inequidad social. Los investigadores afirman: “Nosotros solamente encontramos que los niños no deseados son más propensos a cometer delitos que los que fueron deseados”, y ante discusiones sobre posibles intereses ideológicos o clasistas se defienden: “No consideramos que abortar sea un buen método para prevenir el delito”. El estudio concluye que la legalización de la interrupción del embarazo da cuenta de 50 por ciento de la reciente reducción de los delitos (sobre todo homicidio, robo y violencia) y que la evidencia es consistente: se reducen las tasas con un intervalo de 20 años. El aumento del encarcelamiento entre 1991 y 1997 creció 50 por ciento en este periodo, pero el crimen descendió a 10 por ciento, así que juntos, aborto y aumento del encarcelamiento explican en mucho, si no es que el total del decremento de la delincuencia. “Aunque ese descenso es un fenómeno muy positivo –señalan los autores–, el vínculo entre el aborto y el crimen no debe ser interpretado como respaldo al aborto ni como un llamado a la intervención del Estado en decisiones que sólo competen a las mujeres. Es necesario considerar que las opciones de vida de quienes nacen únicamente porque sus madres no pudieron abortar son relativamente opacadas frente a los bebés que sí fueron deseados, y cuya probabilidad de ser delincuentes es baja”.
¿Cuántos de los sicarios y miembros del crimen organizado son hijos no deseados? Probablemente muchos. Con base en la evidencia me arriesgo a proyectar: si se sostiene el derecho a la interrupción legal del embarazo (ILE) en la ciudad de México y se lucha efectivamente contra la impunidad, en 16 años (ya van cuatro de ILE) ocurrirá un descenso de 20 por ciento de delincuentes en nuestra ciudad capital. Para que esas políticas se extiendan a todo el país hay que llevar a la Presidencia a los candidatos que han gobernado en el Distrito Federal. O seguirá ocurriendo lo contrario en el interior: se llevará a la cárcel a las mujeres que abortan en vez de a los delincuentes, seguirán naciendo más hijos no deseados y creciendo los índices de delincuencia, porque además faltó un solo voto en la SCJN para declarar la inconstitucionalidad de las leyes antiaborto de los gobiernos locales.
Por eso celebro que Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard vayan como precandidatos a la Presidencia de México. Me parece crucial que Andrés Manuel haya señalado el domingo pasado que “si no hay cambio de régimen no será posible detener el proceso de degradación progresiva que padecemos”, y valoro en especial que mencionara que en la lucha contra la inseguridad, además de educación y empleo para la juventud es necesario el respaldo de las fuerzas progresistas del país.
La suma de justicia y aborto legal resulta en menor delincuencia a mediano plazo. Tal es la ecuación demostrada por John Donohue y Stephen Levitt, profesor de las universidades Yale, Stanford y Harvard, el primero, y del MIT y Chicago, el segundo. Hace cuatro años, en ocasión de la despenalización del aborto en la ciudad de México, referí los resultados de ese estudio, y pienso que hay que recordarlo ahora, ante el reciente fallo de la SCJN, con el cual se sostiene la criminalización del aborto en dos entidades del país.
Los dos economistas habían enfocado sus estudios al impacto de las políticas públicas en el empleo, la violencia y la delincuencia; sin embargo, al no encontrar una explicación satisfactoria sobre el persistente decremento del crimen en cinco entidades de Estados Unidos y ante la casi nula correlación con factores generalmente asociados, tales como los niveles de encarcelamiento, el número de policías, la tasa de empleo, el ingreso per cápita, la tasa de pobreza o estrategias específicas para mejorar el trabajo policiaco ellos se dieron a la tarea de profundizar en el análisis de otros indicadores. Cuál no sería su sorpresa al descubrir que la única variable explicativa era el acceso a servicios de aborto legal. El estudio “El impacto de la legalización del aborto en la delincuencia” fue publicado en mayo de 2001 por el Quarterly Journal of Economics, y ofrece evidencia de que la legalización del aborto contribuye significativamente a la reducción de la delincuencia. Aquí las conclusiones: en los cinco estados donde se inició desde 1969 la liberalización del aborto (Nueva York, Washington, Alaska, Hawai y California) la reducción de la delincuencia comenzó más tempranamente que en el resto. Los estados con tasas más altas de aborto en los años 70 y 80 presentan las mayores reducciones de delitos en los 90, veinte años después; en otros se registra un declive del crimen entre jóvenes que nacieron posteriormente a la legalización nacional del aborto, y que presentaron una alta incidencia de interrupción del embarazo, llevando control estadístico sobre el factor del boom económico. Entre las correlaciones importantes hay que señalar que la edad pico para la actividad criminal se ubica entre los 18 y los 24 años, que es el tiempo relativo en que empezó a declinar la delincuencia, y que se presentaron tasas desproporcionadamente altas de aborto entre madres pobres y con baja escolaridad, cuyos hijos califican con probabilidad estadística para convertirse en delincuentes, así que el estudio también enfatiza que el riesgo de criminalidad sigue siendo una de las consecuencias de la inequidad social. Los investigadores afirman: “Nosotros solamente encontramos que los niños no deseados son más propensos a cometer delitos que los que fueron deseados”, y ante discusiones sobre posibles intereses ideológicos o clasistas se defienden: “No consideramos que abortar sea un buen método para prevenir el delito”. El estudio concluye que la legalización de la interrupción del embarazo da cuenta de 50 por ciento de la reciente reducción de los delitos (sobre todo homicidio, robo y violencia) y que la evidencia es consistente: se reducen las tasas con un intervalo de 20 años. El aumento del encarcelamiento entre 1991 y 1997 creció 50 por ciento en este periodo, pero el crimen descendió a 10 por ciento, así que juntos, aborto y aumento del encarcelamiento explican en mucho, si no es que el total del decremento de la delincuencia. “Aunque ese descenso es un fenómeno muy positivo –señalan los autores–, el vínculo entre el aborto y el crimen no debe ser interpretado como respaldo al aborto ni como un llamado a la intervención del Estado en decisiones que sólo competen a las mujeres. Es necesario considerar que las opciones de vida de quienes nacen únicamente porque sus madres no pudieron abortar son relativamente opacadas frente a los bebés que sí fueron deseados, y cuya probabilidad de ser delincuentes es baja”.
¿Cuántos de los sicarios y miembros del crimen organizado son hijos no deseados? Probablemente muchos. Con base en la evidencia me arriesgo a proyectar: si se sostiene el derecho a la interrupción legal del embarazo (ILE) en la ciudad de México y se lucha efectivamente contra la impunidad, en 16 años (ya van cuatro de ILE) ocurrirá un descenso de 20 por ciento de delincuentes en nuestra ciudad capital. Para que esas políticas se extiendan a todo el país hay que llevar a la Presidencia a los candidatos que han gobernado en el Distrito Federal. O seguirá ocurriendo lo contrario en el interior: se llevará a la cárcel a las mujeres que abortan en vez de a los delincuentes, seguirán naciendo más hijos no deseados y creciendo los índices de delincuencia, porque además faltó un solo voto en la SCJN para declarar la inconstitucionalidad de las leyes antiaborto de los gobiernos locales.
Por eso celebro que Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard vayan como precandidatos a la Presidencia de México. Me parece crucial que Andrés Manuel haya señalado el domingo pasado que “si no hay cambio de régimen no será posible detener el proceso de degradación progresiva que padecemos”, y valoro en especial que mencionara que en la lucha contra la inseguridad, además de educación y empleo para la juventud es necesario el respaldo de las fuerzas progresistas del país.
Candidato de unidad: única esperanza para la izquierda
/23 de septiembre 2011
¿Qué tan capaces somos en la izquierda mexicana como para unir fuerzas y empujar un proyecto y un candidato de unidad?
Soy de las ingenuas que piensan –o que necesitan pensar, como necesidad de sobrevivencia– que es posible que la izquierda gane en 2012, o vuelva a ganar la Presidencia de la República como lo hizo en 1988 y en 2006, y que esta vez no nos arrebatarán el triunfo. Soy de las desilusionadas de los partidos políticos, de esa institución que ha sido cooptada por líderes corruptos y clientelares que lo único que buscan es el beneficio personal y que han perdido la ética de gobernar para el beneficio de la gente. Soy de las que piensan que hoy los poderes fácticos, dígase empresarios o narcos, son quienes dominan la jugada e imponen leyes, acuerdos y candidatos por medio de la compra de votos, funcionarios, jueces, legisladores y del control de los medios electrónicos de comunicación. Soy de las que piensan que un candidato independiente tampoco soluciona el deterioro porque su campaña también puede ser comprada o derrotada por los mismos señores del dinero. Soy de las que piensan que el proyecto de nación y los principios de la izquierda son más importantes que los candidatos, siempre y cuando éstos sean honestos y se comprometan con ese proyecto. Soy de las que piensan que el mejor proyecto de izquierda de mi país es el de la ciudad de México, porque los chilangos hemos experimentado sus beneficios durante 14 años y, pese a sus debilidades, se trata de la ciudad mejor gobernada en este país. Así que soy de las que piensan que hay que volver a apostar por la democracia partidista, o lo que queda de ella, mientras no inventemos una mejor forma de empujar un proyecto alternativo de nación y una mejor manera de elegir a nuestros representantes.
Por eso califico el quinto informe de Marcelo Ebrard como una pieza ejemplar que muestra lo que se ha logrado en este territorio. Celebro que haya arrancado su informe diciendo que los resultados del gobierno de izquierda en los últimos 14 años en el Distrito Federal ofrecen una realidad con otro rumbo para México. Coincido con la afirmación del actual jefe de Gobierno en cuanto a que “está demostrado que se puede gobernar con equidad, crecimiento económico, libertades y derechos sociales para construir una comunidad”. Soy de las que piensan que en esos rubros ha habido evolución y continuidad más que diferencias en las formas de gobernar de Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard. Y que el insumo distintivo del último ha sido impulsar la equidad de género y el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, dos aspectos sustanciales de un gobierno de izquierda, si entendemos que en la lucha por la igualdad de condiciones está el núcleo de esa coordenada política.
Celebro que Marcelo haya sido contundente al afirmar que “no va a haber regreso sino un camino al futuro, y un camino desde la izquierda”. También celebro que haya afirmado que va a participar en la encuesta que se llevará a cabo para contender por la Presidencia: “vamos a participar en el proceso y vamos a ir con la autoridad moral que tiene la izquierda…” Porque con estas palabras nos levanta la esperanza y se sostiene por una candidatura de unidad para el mejor posicionado.
Celebro que Andrés Manuel haya reconocido recientemente al actual jefe de Gobierno del Distrito Federal como un “extraordinario gobernante”, y que confirme también su interés por someterse a una encuesta que señale al mejor posicionado. Porque el apego a los principios democráticos y la ética política es lo único que puede salvarnos de esta situación tan sombría en que se sume el país: estoy convencida de que la corrupción es un factor determinante del grado de violencia y desigualdad social en que vivimos.
Nuestra esperanza en Marcelo y en Andrés Manuel depende de que se sostengan con un proyecto de izquierda y con un candidato de unidad, de que se atengan a los resultados de una encuesta realizada por un organismo académico confiable y externo a los partidos, y que no dejen la menor duda de su honestidad en el manejo de los recursos.
Aun así el reto es enorme. Revisando los twitters me encontré con la falta de interés hacia los partidos, los candidatos y hacia la izquierda, por parte de los jóvenes. Este grupo, que es hoy mayoritario, no tiene una agenda contraria sino nueva: se centra en la libertad de expresión, en los derechos de la era digital, en la democratización de la información, en la privacidad de los usuarios de la red. Los jóvenes desconfían de las encuestas y del uso de las redes, ya descubrieron que Peña Nieto tiene un ejército de “fembots” que son seguidores pagados, la mayoría mujeres. Sin duda, se trata de una nueva
¿Qué tan capaces somos en la izquierda mexicana como para unir fuerzas y empujar un proyecto y un candidato de unidad?
Soy de las ingenuas que piensan –o que necesitan pensar, como necesidad de sobrevivencia– que es posible que la izquierda gane en 2012, o vuelva a ganar la Presidencia de la República como lo hizo en 1988 y en 2006, y que esta vez no nos arrebatarán el triunfo. Soy de las desilusionadas de los partidos políticos, de esa institución que ha sido cooptada por líderes corruptos y clientelares que lo único que buscan es el beneficio personal y que han perdido la ética de gobernar para el beneficio de la gente. Soy de las que piensan que hoy los poderes fácticos, dígase empresarios o narcos, son quienes dominan la jugada e imponen leyes, acuerdos y candidatos por medio de la compra de votos, funcionarios, jueces, legisladores y del control de los medios electrónicos de comunicación. Soy de las que piensan que un candidato independiente tampoco soluciona el deterioro porque su campaña también puede ser comprada o derrotada por los mismos señores del dinero. Soy de las que piensan que el proyecto de nación y los principios de la izquierda son más importantes que los candidatos, siempre y cuando éstos sean honestos y se comprometan con ese proyecto. Soy de las que piensan que el mejor proyecto de izquierda de mi país es el de la ciudad de México, porque los chilangos hemos experimentado sus beneficios durante 14 años y, pese a sus debilidades, se trata de la ciudad mejor gobernada en este país. Así que soy de las que piensan que hay que volver a apostar por la democracia partidista, o lo que queda de ella, mientras no inventemos una mejor forma de empujar un proyecto alternativo de nación y una mejor manera de elegir a nuestros representantes.
Por eso califico el quinto informe de Marcelo Ebrard como una pieza ejemplar que muestra lo que se ha logrado en este territorio. Celebro que haya arrancado su informe diciendo que los resultados del gobierno de izquierda en los últimos 14 años en el Distrito Federal ofrecen una realidad con otro rumbo para México. Coincido con la afirmación del actual jefe de Gobierno en cuanto a que “está demostrado que se puede gobernar con equidad, crecimiento económico, libertades y derechos sociales para construir una comunidad”. Soy de las que piensan que en esos rubros ha habido evolución y continuidad más que diferencias en las formas de gobernar de Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard. Y que el insumo distintivo del último ha sido impulsar la equidad de género y el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, dos aspectos sustanciales de un gobierno de izquierda, si entendemos que en la lucha por la igualdad de condiciones está el núcleo de esa coordenada política.
Celebro que Marcelo haya sido contundente al afirmar que “no va a haber regreso sino un camino al futuro, y un camino desde la izquierda”. También celebro que haya afirmado que va a participar en la encuesta que se llevará a cabo para contender por la Presidencia: “vamos a participar en el proceso y vamos a ir con la autoridad moral que tiene la izquierda…” Porque con estas palabras nos levanta la esperanza y se sostiene por una candidatura de unidad para el mejor posicionado.
Celebro que Andrés Manuel haya reconocido recientemente al actual jefe de Gobierno del Distrito Federal como un “extraordinario gobernante”, y que confirme también su interés por someterse a una encuesta que señale al mejor posicionado. Porque el apego a los principios democráticos y la ética política es lo único que puede salvarnos de esta situación tan sombría en que se sume el país: estoy convencida de que la corrupción es un factor determinante del grado de violencia y desigualdad social en que vivimos.
Nuestra esperanza en Marcelo y en Andrés Manuel depende de que se sostengan con un proyecto de izquierda y con un candidato de unidad, de que se atengan a los resultados de una encuesta realizada por un organismo académico confiable y externo a los partidos, y que no dejen la menor duda de su honestidad en el manejo de los recursos.
Aun así el reto es enorme. Revisando los twitters me encontré con la falta de interés hacia los partidos, los candidatos y hacia la izquierda, por parte de los jóvenes. Este grupo, que es hoy mayoritario, no tiene una agenda contraria sino nueva: se centra en la libertad de expresión, en los derechos de la era digital, en la democratización de la información, en la privacidad de los usuarios de la red. Los jóvenes desconfían de las encuestas y del uso de las redes, ya descubrieron que Peña Nieto tiene un ejército de “fembots” que son seguidores pagados, la mayoría mujeres. Sin duda, se trata de una nueva
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