domingo, 8 de febrero de 2015
¿Dioses inseguros?
6 de febrero de 2015. ¿Es posible disminuir la discriminación y la violencia desde el aula escolar? Tal parece ser el cuestionamiento de fondo en el segundo Foro sobre Educación Ciudadana Global convocado por la Unesco en sus oficinas centrales de París. Se trata de una pregunta de gran vigencia, considerando el ambiente de conflicto que se vive en tantas regiones del mundo, incluyendo la propia capital francesa, que apenas sufrió los brutales asesinatos de los caricaturistas de la revista Charlie Hebdo.
Entre las tensiones actuales que reconoce la propia Unesco están las contradicciones entre solidaridad global y competencia global; entre identidades (e intereses) locales e identidades globales; entre patrones jerárquicos que prevalecen en escuelas y aulas escolares frente al papel de la educación como formadora de pensamiento crítico y habilidades de cooperación.
Es un hecho, la escuela y los salones de clase siguen siendo en muchas ocasiones espacios antidemocráticos; los y las docentes suelen reproducir prejuicios y actitudes discriminatorias en vez de contribuir a la solidaridad y al ejercicio de los derechos humanos. A veces se argumenta que promover los derechos humanos puede colocar al docente en conflicto con intereses locales o nacionales. Sin embargo, el reto de la educación es mejorar las condiciones de la sociedad, construir habilidades que fortalezcan la paz y el entendimiento, en especial donde hay pluralidad étnica, religiosa o cultural. Respetar la pluralidad exige trabajar con gran sensibilidad y compromiso, a fin de colaborar y no amenazar la estabilidad de una nación.
En la mesa sobre diversidad y diálogo interreligioso, la profesora Lynn Davis, de la Universidad de Birmingham del Reino Unido, fue contundente: la religión no puede ser cómplice del conflicto; fortalecer el laicismo hoy es vital para fortalecer la seguridad de las naciones. La también profesora emérita, especialista en educación para la paz, contra extremismos e islamofobia, ha realizado investigación en Malasia, Sri Lanka y otros países asiáticos; actualmente trabaja por la democracia e igualdad de género en Afganistán. Su mensaje principal es que la religión en la política es un ejercicio peligroso y que un sistema político laico es la mejor esperanza para la seguridad. Los conflictos son peores cuando se basan en la religión, ya que las identidades se hacen más fuertes, es casi imposible abrir el intercambio de ideas o de compromiso sobre las creencias si ambas partes piensan que Dios está de su lado. Cuando una religión levanta la mano a la hora de tomar decisiones políticas, se retira la posibilidad de igualdad para todos o ninguno de los credos. Las escuelas son espacios claves para aprender a vivir sin violencia, manteniendo una política laica.
El último libro de la doctora Davis tiene un título muy provocador: Dioses inseguros: seguridad, secularismo y educación ( Unsafe gods: security, secularism and education, IOE Press, London, 2014). El texto muestra cómo tanto la religión como el secularismo pueden ser inseguros o peligrosos, aunque la religión presenta la mayor amenaza. La religión ha sido cómplice en muchos conflictos del mundo; actualmente vemos cómo la tensión sunita-chiíta divide en zonas del Medio Oriente, conocemos las tensiones históricas entre católicos y protestantes del norte de Irlanda, la de budistas-hinduistas en Sri Lanka, de ortodoxos-musulmanes en Bosnia-Herzegovina, de cristianos-musulmanes en Nigeria y en la República Democrática del Congo; la lista es interminable. “Ciertas versiones del secularismo son también inseguras o peligrosas, como fue el caso de la dura versión del comunismo ruso, o del secularismo de Francia; intentar prohibir o privatizar completamente la religión en la realidad conduce a mayores tensiones. Yo trato de mostrar cuán necesario es acomodar de tal manera la religión que evite levantarse por encima de lo demás; no elevarla a un lugar especial en que esté exenta de crítica es la mejor esperanza que tenemos para mitigar el conflicto. Las religiones deben competir en el mercado junto con todas las otras visiones éticas. Hablar de Dios en las escuelas es problemático porque puede contribuir al conflicto, especialmente cuando hay segregación o cuando el currículo predica el odio a los demás, como vimos en Ruanda, o cuando indirectamente se hacen estereotipos de los demás, como ocurre en diversas regiones del mundo. Ciertas medidas de seguridad pueden ser también peligrosas, como el excesivo uso de armas o la militarización para ayudar a los países en desarrollo (el entrecomillado es mío). ¿Acaso nuestra presencia militar en Afganistán hizo ese país o al mundo un lugar más seguro?”
En el foro de la Unesco aprendí que si se quiere contribuir a construir un ambiente pacífico en México, la educación laica, enfocada en derechos humanos y contra las diversas formas de violencia y discriminación, tendría que ser un compromiso sustantivo de la Secretaría de Educación Pública. Habría que comenzar por cambiar los patrones jerárquicos que predominan en la propia estructura de la SEP, en las escuelas, en las aulas y en los sindicatos. Quitarse el miedo a luchar contra el extremismo religioso, dejar de suscribirlo como un ámbito exento de crítica, promover el pensamiento crítico y los derechos humanos de niñas, niños y adolescentes, sería una forma de colaborar con la paz sin amenazar las libertades.
Madres adolescentes: una inercia social
23 de enero 2015. Hay mujeres que se hacen madres porque quieren y, hasta cierto punto, cuando quieren; otras se embarazan sin quererlo pero terminan con una maternidad aceptada; un tercer grupo son quienes sin desearlo, se hacen madres involuntarias. Las primeras son de clase media y alta, cuentan con mayor escolaridad, están empoderadas e informadas; los otros dos grupos son mayoritarios y comienzan su maternidad a edad más temprana.
Hoy que el Ejecutivo presenta la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo de Adolescentes, es clave identificar cada uno de estos grupos sociales, si de veras se quiere incidir en la reducción de embarazos a edad temprana.
Yo llamo madres por inercia a quienes sin haber pasado por un proceso reflexivo aceptan la maternidad como por inercia. Así como hay inercia física hay también inercia social, la cual es muy particular frente al fenómeno de la reproducción. Mientras que los cuerpos se resisten a cambiar su estado de reposo o de movimiento sin la intervención de alguna fuerza externa, los sistemas familiares reproducen pautas ancestrales de reproducción múltiple y de maternidad temprana que se resisten al cambio. Se trata de mujeres cuyo proceso de vida se somete a las expectativas que les impone el medio social en que crecen; romper esa inercia exige al Estado abrir caminos alternativos y mejores oportunidades a las adolescentes. Tiene lógica: muchas jóvenes no encuentran motivación para retrasar el primer hijo ni la formación de una familia, en especial quienes no tienen acceso a la educación ni al empleo.
De ahí que la tasa de embarazo adolescente esté estancada, y que ocurra primordialmente en los hogares más pobres, entre las mujeres con menor escolaridad y sin acceso al trabajo remunerado, en áreas rurales y zonas geográficas de alta marginación: cuando mejoren las condiciones económicas de las familias y se amplíe el acceso de masas juveniles a niveles superiores de escolaridad, se retrasará significativamente la edad a la primera unión y a la maternidad.
Pero, en el mediano plazo, la educación sexual puede retrasar la edad del primer embarazo en ciertos grupos de población, en adolescentes que no desean ser madres porque tienen mejores opciones para vivir su segunda década de vida. Chicas que están en secundaria o preparatoria, que viven en una zona cercana a planteles educativos o de formación técnica de mayor nivel. Un estudio publicado por C. Menkes y L. Suárez con adolescentes sexualmente activas encontró que 23 por ciento de quienes pertenecen a un estrato social muy bajo y 20.5 de las del estrato bajo enfrentaron embarazos no deseados, en tanto que esto ocurre en 13 por ciento de quienes pertenecen al estrato alto. Frente a un embarazo no deseado las adolescentes de todos los grupos sociales optan principalmente por tener un hijo y hacerse madres, madres involuntarias, porque menos de 3 por ciento interrumpe su embarazo. De estos tres grupos sociales, parece increíble que 29.7, 36.9 y 7 por ciento, respectivamente, sí deseaban embarazarse, la mayoría de ellas ya estando unidas o casadas (Menkes, Catherine, y Suárez, Leticia, 2013, El embarazo de los adolescentes en México: ¿es deseado?, México: Coyuntura Demográfica No 4, pp. 21-26). En el caso de las menores de 14 años, o fueron víctimas de violación o de matrimonios arreglados: esto último ocurre sobre todo en comunidades indígenas. Desde mi punto de vista, tanto las adolescentes que no deseaban tener un hijo, como las que lo deseaban, se hicieron madres por inercia. Su maternidad no fue producto de un proceso reflexivo ni planeado, pero aquellas que tienen expectativas personales y un claro deseo de no embarazarse representan un potencial de acción donde la educación integral de la sexualidad puede hacer la diferencia: actuar para evitarlo o postergarlo.
A mí me da gusto que, como parte de una estrategia nacional, la Secretaría de Educación Pública esté planteando realizar un programa de Educación Integral de la Sexualidad basado en evidencia científica, y tal como dice el tercero constitucional dicha educacion será laica, se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina religiosa; se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios. La estrategia presentada por la Dirección General Adjunta de Igualdad de Género toma en cuenta las desigualdades sociales y la perspectiva de género, parte del reconocimiento de que el embarazo no solamente se vincula a la falta de información, que se necesita disminuir la deserción o abandono escolar y sostener la asistencia a la escuela de niñas, niños y adolescentes, incluyendo también a aquellas que ya son madres; plantea que es necesario eliminar todas las formas de discriminación de género, de violencia en el noviazgo, abuso y trata. así como concientizar sobre el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, los métodos de prevención del embarazo y el VIH/sida. Buscará articularse con los servicios de salud sexual y reproductiva, actualizar la educación sexual en el currículo, y reforzar la capacitación de personal docente. Quiero suponer que también informará a las niñas y adolescentes violadas sobre su derecho a interrumpir el embarazo, tal como lo contemplan todos los códigos penales del país.
Enhorabuena. Hace 20 años que el Estado no mostraba voluntad política para apoyar la educación integral de la sexualidad de adolescentes y jóvenes, una estrategia que puede contribuir al ejercicio de los derechos humanos, estos que son prerrogativas que han sido sistemáticamente violentadas en los últimos tiempos.
Juguetes para matar
9 de enero 2015. ue los niños pidan juguetes bélicos a los Reyes Magos es grave, pero más grave es que se los traigan. ¿Acaso los Reyes Magos tienen alianza con los fabricantes de armas, o con el crimen organizado?
Leía en estos días que en el tianguis del jardín Marcos H. Pulido, La Purísima, en La Piedad, Michoacán, estuvieron ofreciéndose pistolas tipo escuadra y revólver, ametralladoras y hasta cuernos de chivo de plástico para la noche de Reyes. Se han vendido bastantes ametralladoras, porque a los papás se les hacen muy bonitas, están casi idénticas a las originales, reveló la señora Angélica Gómez, comerciante de ese tianguis. Las jugueterías están llenas de réplicas de armas: rifles, tanques de guerra, granadas, pistolas, espadas, lanzas, así como videojuegos violentos para niños y niñas. Un estudio realizado por el Consejo Estatal de Población (Coespo) encontró que en regiones como Tierra Caliente y el Bajío michoacano, un número importante de niños al ser interrogados acerca de lo que quieren ser de grandes, respondieron “ser narco” ( La Voz de Michoacán, 5/1/15).
No hay evidencia directa de que promover el juguete bélico es una forma de promover el consumo de armas o las actitudes bélicas, sin embargo algunas investigaciones señalan que la violencia y el género siguen teniendo un papel importante en la cultura infantil. La profesora Judith E. Blakemore, de Indiana University-Purdue University en Fort Wayne, encontró que en general los juguetes más asociados a los niños eran los relacionados con peleas y agresiones: luchadores, soldados, armas; en tanto que los más asociados con las niñas se referían a la apariencia: muñecas Barbie con accesorios, modas, maquillajes, joyas. Los juguetes de niñas se asocian con el atractivo físico, la crianza y las habilidades domésticas, mientras que los juguetes de niños son violentos, competitivos, excitantes y peligrosos. Los juguetes más didácticos, con retos cognitivos y artísticos, suelen categorizarse como neutros, o moderadamente masculinos. Un interesante artículo de Elizabeth Sweet publicado en la Sunday Review de The New York Times explica que a principios del siglo XX el género no marcaba con tanta distinción los juguetes, y que fue la Segunda Guerra Mundial la que influyó en estas marcadas diferencias.
Son diversos los factores que desde entonces determinan la tendencia por sostener figuras violentas y marcadas diferencias por género en los juguetes, al grado que hoy se identifica claramente la zona rosa de los juguetes femeninos en las jugueterías. La segmentación del mercado permite vender diferentes versiones de lo mismo y la nostalgia de los padres determina también que regalen a sus hijos los mismos juguetes que ellos tuvieron, pero sobre todo porque la cultura homofóbica propicia el evitar que los niños transgredan hacia la zona rosa de la juguetería. Aunque ella se refiere a Estados Unidos, es un hecho que el mercado estadunidense marca también las tendencias del juguete en nuestro país: de un total cercano a los 2 millones de dólares que se mueven en estas fechas, prácticamente 60 por ciento de los productos son importados, de los cuales dos trasnacionales (Mattel y Hasbro) se llevan la mayor ganancia, principalmente con la Barbie, la reina cincuentona, o con los poderosos Max Still y los Hot Wheels.
Otro estudio de la profesora en pedagogía Becky Francis, de la Universidad de Roehampton, en Reino Unido, encontró que los juguetes impactan en las actitudes y en la elección de carrera: Diferentes tipos de juguetes transmiten a chicas y chicos mensajes sobre lo que es apropiado hacer y tienen contenido educativo diferente. Ambos elementos son importantes y pueden tener influencia en las posteriores elecciones profesionales. Los niños tendían a recibir más juguetes en los que hay acción, construcción o maquinaria, mientras las mujeres eran impulsadas hacia las muñecas y lo que se supone que son intereses femeninos, como la peluquería. El mensaje de fondo pareció ser que los niños debían resolver problemas mientras las niñas se dedicaban a los cuidados y la crianza. También, los juguetes para chicos que marca el estereotipo solían ser más educativos, asegura la especialista. Una investigación de la cadena de tiendas Argos encontró que a más de 60 por ciento de los adultos en trabajos con contenido de diseño, como arquitectura e ingeniería, les gustaba jugar con bloques de construcción de pequeños. Incluso más, 66 por ciento de quienes trabajan en roles relacionados con matemáticas –como contadores y banqueros–, preferían los rompecabezas.
Las ideas sobre violencia y género que prevalecen en los juguetes reflejan la poco que cambian nuestras ideas, la violencia que caracteriza nuestro actual entorno y la falta de interés de nuestra sociedad por cambiar las cosas.
Catolicismo a la mexicana
25 diciembre 2014. Más de tres siglos de ocupación española determinaron la adscripción religiosa mayoritaria de las y los mexicanos, y es a partir de los años 40 cuando se registra una disminución de católicos en el país, principalmente porque muchos pasan a ser evangélicos y protestantes hasta alcanzar 8 por ciento en la actualidad, así como por el crecimiento de la población sin religión, la cual pasó en 10 años de 3.5 a 4.6 por ciento; el 5 por ciento restante está configurado por judíos, mormones, islámicos, budistas y miembros de la iglesia ortodoxa. Cada día es más claro que esa gran masa de 83 por ciento de católicos mexicanos muestra un sincretismo que combina ritos occidentales con prácticas animistas enraizadas en las culturas originarias, además de una diversidad de formas de vivir el catolicismo. Entre los ritos de mayor permanencia está el del matrimonio religioso, al cual recurre la mitad de las parejas unidas o casadas, en tanto que la unión libre y el divorcio se han doblado como prácticas en la última década (Panorama de las religiones en México, Inegi, 2010).
Según la Encuesta Nacional de Opinión Católica 2014, presentada recientemente por la organización Católicas por el Derecho a Decidir, AC ni siquiera la idea de Dios es común a toda la feligresía. Para más de la mitad de encuestados/as la idea de Dios se parece más a la de alguien que perdona (señalada más por adultos mayores) mientras para 38 por ciento se parece más a la de alguien que protege.
Se trata de una imagen que está mucho más cercana a la del Jesucristo redentor, muy pocos tienen ideas más cercanas al Dios creador que describen los textos del antiguo testamento: 5 por ciento lo identifica como alguien que pone reglas y 3 por ciento como alguien que castiga y premia.
La secularización de la sociedad o la menor fuerza que la población mexicana otorga a la religión en su vida cotidiana se confirma cuando 84 por ciento se considera algo católico o poco católico y solamente 14 por ciento se asume como muy católico/a: a esta última categoría se adscribe solamente 6 por ciento de las y los chilangos, territorio cosmopolita en todo el sentido cultural de la palabra.
La tercera parte de católicos/as acude a misa una o más veces por semana, como obliga la norma, se trata de una práctica que se da especialmente entre quienes viven en el Occidente del país (Aguascalientes, Colima, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit y Querétaro), en tanto que 35 por ciento sólo concurre a misa en ocasiones especiales, y así lo hace más de la mitad de quienes viven en el Distrito Federal. El 64 por ciento de las mujeres católicas reza frecuentemente, y de tal manera lo hace 51 por ciento de los hombres.
Entre los datos más interesantes que se dieron a conocer, muy relevante parece la pregunta relativa al valor católico que consideran más importante: el amor (34 por ciento), el respeto (32 por ciento) y el perdón (17 por ciento) fueron los valores más señalados. Nuevamente se señalan valores que concuerdan con la imagen del Cristo salvador descrito en los evangelios. Pero es de llamar la atención, el bajo lugar que ocupa el valor de la libertad, el de la obediencia y el de la justicia, los cuales fueron señalados como el más importante por 4 por ciento de la feligresía.
Considerando que tanto la libertad como la obediencia y la justicia son valores fundacionales de la democracia, habría que preguntarse: ¿por qué no ocupan el más alto nivel estos valores entre la población católica de México? ¿Cómo fortalecer la democracia y el poder ciudadano de una población que no le da importancia a la libertad ni a la justicia? ¿Qué relación tienen estos valores con la impunidad y la corrupción? ¿Con qué otros factores culturales se vinculan esas valoraciones?.
Cuestiones cuya complejidad no tendría por qué ser razón para evadirlas. Múltiples contradicciones caracterizan la forma católica de vida a la mexicana, donde el valor del amor es paralelo a muy altos grados de violencia dentro y fuera de la familia. Donde ministros religiosos defienden a migrantes y a víctimas de la violencia, en tanto que los propios narcos y criminales dieron la bienvenida al Papa, rezan a San Judas o a su propio santo, San Malverde, y ofrecen tregua durante la Navidad y el Año Nuevo.
Hacer un gran río del mundo
Recientemente se ha puesto en evidencia la grave situación en que se encuentran las y los jóvenes del mundo; particularmente en México están llenando las calles para protestar por las condiciones de exclusión e injusticia que se han puesto al desnudo ante el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, los ejecutados de Tlatlaya, los 11 jóvenes criminalizados por protestar y lo que se acumule en la semana. Desafortunadamente, la exclusión no comienza en la etapa juvenil, también las niñas, los niños y los adolescentes son blanco de la exclusión y del maltrato.
En días pasados, en el contexto del 25 aniversario de la Convención Internacional de los Derechos del Niño (CIDN), la organización Fondo Unido México, que está enfocada en el desarrollo y la protección a la niñez por medio de la transformación de comunidades, presentó los resultados de una encuesta para darle voz a 6 mil 40 niñas y niños que tienen entre 10 y 12 años, pertenecientes a 40 países, incluyendo México. La acción es parte de la búsqueda de mecanismos para que esas voces se tomen en cuenta en la Agenda Post 2015 y para que queden enunciadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que es el instrumento privilegiado para diseñar la agenda internacional.
Es evidente y alarmante que las personas menores sufren de las peores formas de violencia y explotación, expresó en rueda de prensa Sonia Bozzi, directora del Fondo Unido. El estudio revela que un tercio de las y los encuestados (32 por ciento) consideran que no se cumple la protección de sus derechos y una quinta parte opina que en su país, nunca o casi nunca están protegidos del abuso físico o sicológico. Las condiciones económicas aparecen como una variable determinante. Son contrastantes las diferencias entre niñas y niños de países con economías dependientes, respecto de las y los que pertenecen a países con fuertes economías. En el caso de los primeros, los derechos no respetados son principalmente el acceso a la educación y el tiempo para estudiar, respuesta señalada únicamente por 4 por ciento de quienes pertenece al segundo grupo. Una tercera parte de niñas y niños del primer grupo se sienten siempre protegidos ante el maltrato, situación registrada por más de la mitad de quienes viven en países con fuertes economías. En ambas modalidades de país, la falta de protección ante el abuso, la violencia y asesinatos fue señalada por 15 por ciento de niñas y niños del mundo, aunque en México esta cifra llegó a 19 por ciento. Hoy nuestro país está por encima del promedio de América Latina. Ante la pregunta ¿Qué tan frecuentemente es que ocurran abuso, violencia y asesinatos en tu país?, 49 por ciento de las niñas y niños mexicanos contestaron que ocurre a veces, cuando en el ámbito mundial esta respuesta la dió 43 por ciento, y en América Latina, 46.
A fin de detectar las percepciones hacia el futuro, impacta la más alta prioridad que asignarían a la educación y a las tecnologías, aunque con menor porcentaje en México. Ante la pregunta Si tú fueras el líder de tu país, ¿qué harías para mejorar las condiciones de vida de niños y niñas? 39 por ciento del ámbito global mencionó Mejorar la educación y el aprendizaje y proveer tecnologías; esta fue la respuesta para 43 por ciento de niñas y niños que viven en América Latina y de 23 por ciento de las y los mexicanos. Y como era de esperarse, Proveer seguridad ocupó un altísimo lugar entre nuestros pequeños compatriotas, lo cual fue señalado por 35 por ciento, frente a 24 de niñas y niños del mundo y 27 de América Latina. Por si faltara, la quinta parte de nuestros menores afirman no ser tratados con amor ni respeto y dijeron que experimentan discriminación. La libertad de expresión de niños y niñas no ha llegado a ser un derecho generalizado en el mundo, solamente 11 por ciento dice que en su país tienen el derecho de expresar su opinión, y que los adultos los toman siempre en cuenta. A este respecto se colocan a la vanguardia niñas y niños de Suecia, Francia y Corea, con 50, 49 y 46 por ciento, respectivamente, pero ser escuchados y tomados en cuenta lo reportó 22 por ciento de quienes viven en Estados Unidos y 15 por ciento de las y los mexicanos.
El estudio demuestra que las personas menores no han cobrado prioridad en las políticas de Estado, y que mucha gente no quiere a los niños ni a las niñas, incluyendo a los propios familiares, lo cual ocurre en mayor medida en países pobres. Tal vez ese dato se relacione con la cantidad de niños que nacen sin haber sido deseados. Jesús, un chico guatemalteco de 12 años entrevistado en ese estudio, expresó: Muchos niños y niñas han sido maltratados por sus padres. Los niños no deberían ser más abusados. Si yo fuera un líder, yo ayudaría a los niños abusados y les aconsejaría en su educación.
Urge dignificar a la niñez y a la juventud. A 100 años del nacimiento de José Revueltas, recordamos que a sus 14 años él fue apresado por colgar una bandera comunista en la Catedral Metropolitana. Hay un océano grande de tristeza/ Quisiera tener un corazón lleno de trigo/ y mi pobre corazón es muy pequeño/Hay que hacer un gran río del mundo/ juntar nuestros pulsos hasta formar un gran cielo/ Un cielo del que llovamos redivivos/ nuevos, virtuosamente limpios y dispuestos (José Revueltas, Canto irrevocable, Mérida, 1938).
Laicidad, para poder respirar
La impunidad es un lastre que se apoya en la corrupción y en el autoritarismo, y desafortunadamente se extiende a todos los ámbitos políticos, incluyendo al Estado laico. Nunca se sanciona a los funcionarios por nada, tampoco porque violentan el Estado laico. Pocas veces se comprende que cada vez que un funcionario vulnera la laicidad, discrimina y limita las libertades de la ciudadanía; se trata de una forma de amordazarnos e impedirnos respirar, una opresión sicológica que enclaustra el comportamiento y la construcción libre de ideas y creencias.
En México nos ufanamos de ser un Estado laico, porque a diferencia de otros países, la formación de nuestra nación tuvo como uno de sus cimientos la laicidad del Estado. Juárez comprendió que no era posible erigir un Estado garante de derechos sin disputar la hegemonía del poder político, económico y cultural a la Iglesia católica en que se apoyaba la Corona Española. No habría República Mexicana ni democracia sin la laicidad. En la Constitución de 1917 se estableció la supremacía del poder civil sobre los elementos religiosos en lo que toca a la vida pública y además se prohibió la participación de los miembros de agrupaciones religiosas en materia política. Luego fue Plutarco Elías Calles quien intentó llevar hasta sus últimas consecuencias la laicidad. Después de 1929 vino la etapa de la complicidad equívoca entre el Estado y la Iglesia, en la cual la secularización fue desapareciendo paulatinamente hasta llegar a finales del siglo, en que empezó a menguar la laicidad con las reuniones informales que sostuvieron algunos presidentes mexicanos con el titular del Vaticano, y después con las iniciativas constitucionales y legales que modificaron las relaciones entre el Estado y las iglesias. Al colmo han llegado recientemente algunos funcionarios al entregar la llave de sus ciudades a divinidades, al consagrar sus estados al Corazón de Jesús y de María, al condicionar servicios a cambio de confesiones de fe, al escribir o rechazar leyes con base en creencias religiosas o al imponer símbolos religiosos en espacios públicos. El ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos se ve constantemente amenazado por esa visión angosta y vertical que predominaba en estados confesionales.
Para señalar las obligaciones de los servidores públicos en cuanto a los postulados de la laicidad, y con el propósito de sancionar su vulneración, se ha presentado una reforma que adiciona diversas disposiciones de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos y de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos.
La iniciativa es presentada por un grupo amplio de diputados de diversas fracciones parlamentarias, encabezados por Elena Tapia Fonllem y Aleida Alavez Ruiz, del grupo parlamentario del PRD, y María del Rocío García Olmedo, del grupo del PRI, además de una veintena de legisladores de PRD, PRI, MC, PT y PVEM, con la colaboración de académicos y la organización civil Católicas por el Derecho a Decidir. Invito al lector a revisar la interesante revisión histórica que conforma la exposición de motivos de esta reforma.
Los postulados laicos que apoyan la reforma se desprenden de la Constitución: en el artículo 40, que define como laica a la República; en el primero, que garantiza la igualdad y no discriminación por motivos de religión; en el tercero, que desde hace 150 años establece la educación laica; en el 24, que regula la libertad de religión, de convicciones éticas y de conciencia, así como en el artículo 130, que señala la separación entre el Estado y las iglesias.
Mediante la actualización del artículo 8 de la Ley Federal de Responsabilidades de Servidores Públicos se propone incluir las conductas que redundan en perjuicio de los intereses públicos fundamentales a los ataques al carácter laico de la República, o las violaciones sistemáticas o graves a la separación Estado-iglesias; a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión; al carácter laico de los actos, ceremonias, documentos o comunicaciones oficiales, o al carácter laico de la educación pública, de las leyes o reglamentos y de los programas públicos. Se consideran causa de responsabilidad política los actos que afecten la laicidad en el Estado, en la función pública, en los ordenamientos y en el marco de derechos y garantías. En la adición a dos fracciones del artículo 7 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de Servidores Públicos se detalla la obligación de todo funcionario de abstenerse de realizar actos, promover acciones, difundir comunicaciones, utilizar símbolos, realizar expresiones, permitir el uso de instalaciones o recursos públicos, todo ello para fines religiosos. Asimismo, se sanciona condicionar servicios públicos o permitir educación religiosa en escuelas públicas. La aplicación de sanciones recae en los órganos internos de control, en las contralorías y en la Secretaría de la Función Pública.
Como señala el filósofo italiano Michelangelo Bovero, “hoy en el mundo la democracia se encuentra seriamente dañada, en las arquitecturas institucionales de los regímenes que seguimos llamándolos –por tercos– democráticos, y en los registros mentales de los ciudadanos que vivimos en ellos. Frente a una obra de arte dañada debemos restaurarla. Las virtudes laicas de rigor, duda, moderación, tolerancia y respeto a las ideas de otros hoy en día se practican y difunden menos que nunca. En la escena pública se propagan la superficialidad, la altivez arrogante, la vulgaridad, el insulto y el escarnio fascista”.
Vertical, la sociedad
Hace rato que no presenciaba una disputa en la Cámara de Diputados tan intensa e ideológica. Una polarización con densidad electromagnética. Desde la esquina derecha, ubicados en coordenadas que les dan identidad, diputados del PAN, del Partido Verde y conocidos cabildeadores pagados a tiempo completo por empresarios supernumerarios del Opus Dei, pugnaron por borrar los derechos sexuales y reproductivos del proyecto de ley general de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Desde su esquina nos dirigían miradas condenatorias a las izquierdas ahí presentes, a diputadas, a feministas y líderes de ONG defensoras de los derechos de niños, niñas y adolescentes, gente que nos identificamos más bien con el opus night. Lo cual es un decir, porque ya todos vimos en el YouTube que a quienes realmente les gustan las chicas del table dance son precisamente a coordinadores de la fracción panista: a Luis Alberto Villarreal y Jorge Iván Villalobos no les sirvió esconder el fistol del PAN ni los crucifijos del cuello al pagar a las chicas de Puerto Vallarta para evitar el estatus de ex coordinadores. Con gestos inquisidores los señores del PAN dirigían ondas hacia el polo opuesto donde se ubicaban las presidentas de la Comisión de Género y de la Comisión de la Niñez, diputadas Malú Micher y Verónica Juárez Piña, entre otros legisladores que junto con ellas consideran que negarles titularidad, así como la misma dignidad y derechos a niñas, niños y adolescentes, es discriminarlos por su edad, como señala el primer artículo de nuestra Carta Magna.
En los pasillos de centro y derecha, el PRI evidenció que la laicidad del Estado está por borrarse de sus estatutos, pero su pacto con el PAN es eterno, como el matrimonio religioso hasta que la muerte los separe; y está visto que para ellos el table es un vicio menor. A Cuauhtémoc Gutiérrez le aprueban que estén en la nómina del partido las muchachas que ofrecen servicios sexuales, esos sí son derechos sexuales que reconocen, y más, que ejercen en las propias oficinas del PRI. El momento chusco fue cuando el priísta Héctor Gutiérrez de la Garza señaló que no se trataba de un debate entre liberales y conservadores: un ¡Jajajajajajaja! masivo invadió toda la sala. La risa, dijera Freud, es un acto defensivo automático que despeja la energía y esconde, en este caso, el dolor o displacer que de fondo provoca la negación de derechos infantiles. En especial los sexuales. Hace más de 100 años, en 1905, Sigmund Freud escandalizó al mundo al demostrar que la sexualidad no aparecía con la pubertad sino en la temprana infancia, una fuerza motriz que produce sensaciones placenteras y resignifica como erógenas ciertas zonas del cuerpo. La falta de reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos es sobre todo desconocimiento de la sexualidad humana, de esa dimensión que existe desde el nacimiento y en todas las etapas de la vida.
La ignorancia del marco internacional y nacional de derechos humanos también se expuso en el debate. Los más expertos, defensores de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), solicitaron esta semana al Congreso que incluyan en la ley el reconocimiento a los derechos sexuales y reproductivos de niñas, niños y adolescentes, así como la protección y garantía del derecho a la libertad de expresión y a la intimidad en medios de comunicación. La CDHDF reconoció el avance realizado por el Senado y las organizaciones civiles a la iniciativa preferente, pero valoró como desafortunada la eliminación del reconocimiento explícito de derechos sexuales y reproductivos de las y los adolescentes; todavía falta el último paso, así que el Senado puede reinsertarlos. Argumentaron que son derechos reconocidos en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, en el Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo y en las Observaciones Generales 3 y 4 del Comité de los Derechos del Niño. Es preocupante que la violencia sexual, la trata, los embarazos adolescentes y la falta de acceso a servicios de salud constituyen una violencia estructural que impiden el goce y disfrute de los derechos sexuales y reproductivos de las y los adolescentes. La educación sexual no es un derecho de los padres, sino que es su obligación, tal como lo señala el artículo cuarto constitucional. Hay niñas y niños víctimas de abuso sexual por parte de familiares, en especial de padres y padrastros, el Estado debe proteger a menores y garantizar el derecho de los últimos a la integridad corporal y a decidir sobre su cuerpo. Por fortuna, proporcionar asesoría y orientación en salud sexual y reproductiva se mantuvo en el texto del artículo 50, lo cual implica el reconocimiento implícito de derechos sexuales, según el Plan de Acción de la Conferencia Internacional de Población: La salud reproductiva debe elevar los derechos de la persona, inclusive el de elegir libremente y de forma responsable la cantidad de hijos que la persona desea tener, el espacio entre uno y otro, y el derecho a tener una vida sexual satisfactoria y sin riesgos. Además quedó la educación sexual integral (CSE, por sus siglas en inglés) en el artículo 58, en el lenguaje acordado de la ONU se refiere a una educación sexual laica, con perspectiva de género y basada en derechos sexuales y reproductivos.
Lo que desnudó el debate es el autoritarismo de la sociedad mexicana, el miedo a reconocer que aunque sean menores, los adultos debemos respetar sus derechos, que el Estado debe garantizarlos y defender siempre el interés superior del menor. Más que polarizada, nuestra cultura es vertical; como una plomada perpendicular al horizonte, se impone la fuerza de arriba hacia abajo, y no a la inversa.
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