jueves, 13 de junio de 2013
De la brecha al abismo
22 MARZO 2013
Hay nuevo papa, justo cuando la Iglesia católica parece no tener en qué sostener su autoridad moral. Si en algo estamos de acuerdo todos, creyentes y no creyentes, es que el momentum que vive esa Iglesia es crítico, “está a la orilla del abismo”, dice Bernardo Barranco.
Antes de ser papa y bien a tono con su formación jesuita, Jorge Bergoglio se caracterizó por un decidido intento de acercar la Iglesia católica a los pobres, tal vez el rasgo más distintivo con respecto a los dos anteriores pontífices, que hacían alarde de los lujos en que vivían. Sin embargo, a la hora de defender los derechos humanos de los pobres, el ex arzobispo de Buenos Aires no parece diferenciarse de los papas ni del resto de los obispos: tiene una posición ortodoxa, en especial al desconocer los derechos ligados a las libertades civiles y políticas del individuo, particularmente de las mujeres, de las personas menores de edad y de quienes tienen una orientación no heterosexual.
Sin simplismos y recurriendo a argumentos teológicos, Jorge Bergoglio considera que las mujeres son naturalmente ineptas para ejercer cargos políticos, al referirse a la candidatura presidencial de la senadora Cristina Fernández de Kirchner: “El orden natural y los hechos nos enseñan que el hombre es el ser político por excelencia; las Escrituras nos demuestran que la mujer siempre es el apoyo del hombre pensador y hacedor, pero nada más que eso”. Organizó en Argentina la oposición al matrimonio homosexual porque “La esencia del ser humano tiende a la unión del hombre y de la mujer como recíproca realización, atención y cuidado (…) El matrimonio precede al Estado, es base de la familia, célula de la sociedad, anterior a toda legislación y anterior a la misma Iglesia. De ahí que la aprobación del proyecto de ley en ciernes –se refiere a la que autorizó el matrimonio gay– significaría un real y grave retroceso antropológico”.
Calificar de ineptas para gobernar a las mujeres y considerar retroceso antropológico el matrimonio gay son actos de violación de los derechos humanos, es negar la dignidad humana de las mujeres, así como de lesbianas y homosexuales: si ni ellas ni ellos son seres humanos con igualdad de derechos, ¿entonces qué son?
Por eso es tan oportuna la publicación del libro De la brecha al abismo, título del libro colectivo que acaba de publicar la asociación civil Católicas por el Derecho a Decidir (CDD). Se trata de un conjunto de textos analíticos sobre el discurso de los obispos mexicanos, producto del seminario coordinado por Evelyn Aldaz y Consuelo Mejía, de CDD, y por Susana Lerner, de El Colegio de México. La considero una lectura indispensable para quienes están interesados en comprender el discurso de los obispos católicos mexicanos y su influencia en la sexualidad, la salud reproductiva y los derechos humanos. Los autores de los artículos son Ana Amuchástegui, Alberto Athié, Alejandro Brito, Carlos Fazio, Fernando González, Guadalupe Cruz, Julián Cruzalta, Lucía Melgar, Susana Lerner y quien escribe estas líneas.
Hay análisis de múltiples procesos culturales y políticos; aquí sólo doy introducción a algunos. Guadalupe Cruz relata la lucha por ordenar a las mujeres como sacerdotes, nos recuerda la excomunión de aquellas siete mujeres que fueron excomulgadas por haberse ordenado sacerdotes en un barco sobre el Danubio, hecho que llegó a valorarse en 2007 como “delito penal”, condena que no ha merecido ninguno de los sacerdotes por abuso sexual. Después de dar testimonio del encuentro de la comunidad eclesial como espacio para defender los derechos humanos, el ex sacerdote Alberto Athié explica el momento en que se vio orillado a renunciar: se dio cuenta de que dentro de la institución se contradecían los derechos, por más de 15 años denunció las violaciones a los derechos humanos de niñas y niños cometida por sacerdotes, obispos, cardenales y personalidades importantes en la estructura; “lo más perverso de todo es que ese comportamiento no correspondía a personas aisladas, sino que era toda una conducta institucional y de carácter estructural”. Para fray Julián Cruzalta, hay que relacionar la crisis de la Iglesia católica con la creciente importancia de los derechos humanos; “existe una profunda relación entre la progresiva estima de los derechos humanos y el creciente desprestigio de la Iglesia católica”, los derechos humanos ponen en evidencia la ambigüedad que entraña la Iglesia en sí misma, mientras el discurso clerical habla del amor sin límites y de generosidades heroicas, al mismo tiempo falta al respeto a muchas personas. No sólo los estados violan los derechos humanos, también lo hacen las iglesias y las organizaciones trasnacionales: se atenta contra la libertad de expresión, se queman libros prohibidos, se combate a quien opina diferente.
Silenciar en vez de detener la violencia son mecanismos que han permitido a la Iglesia sostener su autoridad, señala el investigador Fernando González. ¿Será por esa razón que nuestros políticos actuales veneran al Papa y a los obispos?
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