lunes, 26 de julio de 2010

Aborto en Sudáfrica y México

Gabriela Rodríguez 16 de julio de 2010

Es un momento casi único, concentrar la mira de todas las cámaras del mundo obliga a conocer las condiciones de esa población y sus transformaciones. Más allá del espectáculo deportivo hay lecciones que podemos aprender de los sudafricanos que no fueron referidas por los medios; tal vez poca gente sabe que el país sede de la Copa Mundial de Futbol fue el primero que despenalizó el aborto en ese continente.

A unos cuantos años del fin del apartheid, Sudáfrica cambió sus leyes para dar acceso a servicios de aborto sin restricción alguna en 1997. El aborto se ofrece en el primer nivel de atención, junto con servicios de salud reproductiva integral. En 2001 aprobaron el uso de la píldora RU-486 (o mifepristone), esa opción abortiva tan segura y efectiva a la que tanto se recurre en los países desarrollados. Una mujer de cualquier edad puede solicitar un aborto por libre demanda sin tener que dar ninguna explicación y, en algunas condiciones, hasta las 34 semanas. Entre las 13 y 20 semanas se puede solicitar la interrupción por salud física o mental de la embarazada, si fue víctima de incesto o violación, si considera que no está en condiciones sociales o económicas para tener un hijo o si el producto pudiese desarrollar anormalidades físicas o mentales severas. Después de 20 semanas de gestación se puede acceder al aborto si la vida de la mujer o la del feto está en peligro o si éste último puede presentar defectos al nacimiento. A una menor de 18 años se le aconseja consultar a sus padres pero tiene la opción de no informarles si así lo decide. A las casadas se les aconseja consultar a su pareja pero tienen opción de no hacerlo, a menos que ella tenga una enfermedad mental severa o esté inconsciente por largo tiempo, en cuyo caso se requiere el consentimiento de la pareja o guardián.

Como efecto de este servicio ya se acusa un descenso en la mortalidad por abortos clandestinos en ese país, aunque las muertes maternas siguen presentando una tasa preocupante cercana a 5 por ciento, la mitad de las cuales se relacionan con partos inseguros y la otra mitad con abortos clandestinos que todavía se atienden por personal sin entrenamiento profesional y en ambientes sin estándares médicos mínimos. Después de 10 años, la tasa de embarazo no deseado y de aborto ha descendido entre las mujeres sudafricanas, sobre todo entre las mayores de 20 años, lo cual se relaciona con el aumento en el uso de anticonceptivos (más de 50 por ciento), el aumento de la edad al matrimonio y el incremento de VIH/sida. La experiencia ha tenido un efecto liberador en la región, más de 10 países africanos han venido ampliando las causales para acceder al aborto legal y a los anticonceptivos (Singh S, et al., Abortion worldwide: a decade of uneven progress, Nueva York, Guttmacher Institute, 2009).

En México enfrentamos la reacción contraria. En la década pasada la necesidad no satisfecha de métodos anticonceptivos entre mujeres casadas se mantuvo estable, en 12 por ciento. Sin embargo, la tasa global de fecundidad ha disminuido de manera continua, lo que sugiere que las mujeres que experimentan embarazos no planeados están recurriendo al aborto con mayor frecuencia (Juárez F. y cols., “Estimates of induced abortion in Mexico: what’s changed between 1990 and 2006”, International Family Planning Perspectives, 2008, 34 (4):158-168). Esto sólo se explica porque con la llegada del PAN al gobierno federal se ha estancado la planificación familiar, no se ha extendido el acceso a los anticonceptivos, y hay un retroceso de uso en la población de 15 a 19 años. Además se impulsan en todo el país leyes para restringir el aborto como reacción a la reforma que autoriza la interrupción legal del embarazo en el DF; 40 mil mujeres han recurrido a ésta por libre decisión en los hospitales públicos de la ciudad de México, con profesionales capacitados, en condiciones legales, seguras y sin complicaciones. Pero como a nuestros políticos no les interesa en absoluto la salud sino invertir en mantener posiciones de poder, en vez de expandir ese derecho a los estados, PRI y PAN buscan descalificar al gobierno del PRD, llegando a cambiar 18 constituciones locales para negar la maternidad voluntaria y proteger el producto desde el momento de la concepción. Es un escándalo: se está orillando a las mujeres a la cárcel y a procesos judiciales por “homicidio en razón de parentesco”. En Puebla se ha procesado por aborto a 30 mujeres, en Sonora a siete, 10 en Veracruz, y cerca de 130 mujeres en Guanajuato. En Quintana Roo se niega el aborto y se obliga a parir a niñas violadas. En el resto de América Latina hay un contexto similar, excepto que no cuentan con un oasis en la capital del país.

Se impone una cultura críptica a las mujeres de América Latina, el continente católico mantiene las mayores restricciones mundiales a la salud reproductiva; está atrás de África, de Asia, pues ni los musulmanes restringen todas las causales de aborto. Aquí donde se impuso una lengua que carga una religión monoteísta, una iglesia de hombres y una moral sexual distorsionada. Aquí donde se fundó la Legión de Cristo, el peor paradigma de las sectas católicas.

La heterodoxia en Monsiváis


2 de julio 2010.

La deuda de los heterodoxos al gran Monsiváis es impagable. Me confieso deudora morosa, heredera de sus ideas sin testamento alguno, vulgar ratera, plagiaria de su anticlericalismo, de su inconformidad e irreverencia. Yo y quienes pertenecemos a la que él bautizó como la primera generación de norteamericanos en México, la de los 60: la de adictos al rock, a la Coca-Cola, a las series gringas de televisión, jóvenes mothernos que deseábamos huir del subdesarrollo, los llamados a desoír tonterías que entendíamos pero ya no sentíamos para adaptarnos a lo que probablemente no entendíamos pero sentíamos cada segundo (Escenas de pudor y liviandad, Grijalbo, 1988).

No menos heterodoxa parece la nueva generación, la del amor virtual. La que tomó las calles de Reforma esta semana en la 32 Marcha del Orgullo Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero, Travesti, Transexual e Intersexual (LGBTTTI). En esta ciudad “en perpetuo estallamiento demográfico –dijera nuestro fallecido cronista– somos tantos, que el pensamiento más excéntrico es compartido por millones”. En el año del bicentenario se exalta la cultura nacional, no la nacionalista que se impone desde arriba, sino la que se defiende desde abajo y no pierde irreverencia: queens de todas las clases sociales, güeras y prietas, rumberas de carnaval, adelitas y hasta diosas de la mexicanidad. Otros exaltan la simbólica masculina: hay luchadores enmascarados y darketos, charros y vaqueros, más machos que los que estén dispuesto a dudarlo.

Sectores afirman su diversidad al tiempo que expropian símbolos de las ofertas culturales, verdugos y víctimas de los mass media. Un charro que monta una yegua blanca explica: “Los charros somos parte de la diversidad sexual, venimos representando al Potrero, un lugar de ambiente donde todas las personas pueden venir a divertirse sin ningún problema de discriminación. Invito a toda la gente a que nos visite, si me permite hacer el comercial: El Potrero de Ecatepec de Morelos, una cantina donde no se discrimina a nadie”.

Pancartas bien editadas expresan la burla a la derecha gobernante: “¡Soy gay panista…. ay, qué loca conformista!”

Un joven que porta máscara de Calderón carga una gran Santa Constitución Mexicana: “Creo que los homosexuales no tienen derecho a estar aquí, vine para promocionar el 17 de mayo, ‘Día de la Tolerancia y el Respeto a las Preferencias’. Soy guapo y homofóbico. Gracias por apoyarme. Tolérame. Atentamente: Fecal.”

Un grupo de jóvenes le grita: “¡Felipe Calderón también es maricón! ¡Culeeeero!” Se le junta otro con máscara de Salinas: “A este pelón ¡le gusta Calderón!” “Señora Hinojosa, ¡por qué parió esa cosa!” “¡Voto por voto! ¡Vestida por vestida!” “¡Esos mirones también son maricones!”

El vocabulario resulta liberador. ¿Interpretaría el autor de Días de guardar? “Porque a través de las palabras se filtra una nueva identidad, más combativa y moderna que le otorga mayor consistencia a las formas heterodoxas del comportamiento: al ingresar el término gay en el vocabulario, se debilita el vigor peyorativo de las palabras maricón, puto, joto, mujercito… o tortillera, wafflera” (C. Monsiváis, “De lo sexual en tiempos de lo virtual”, Letra S, 10 de enero de 2008).

“¡Derechos iguales a lesbianas y homosexuales!” “La gente se pregunta: ¿sus hijos donde están? ¡Se fueron a la marcha del orgullo homosexual!” “No quiero closet, tampoco un cajón, lo único que pido ¡es respeto a mi orientación!” “El amor en la familia ¡la homofobia elimina!” “Se ve, se siente, la UAM esta presente: hongo, peyote y mariguana, ¡arriba, arriba, la Metropolitana!” “Soy heterosexual y vengo a apoyar a todos en la marcha ¡del orgullo homosexual!”

Mujeres de fe hacen los honores al gran crítico del catolicismo. “Monsi está presente”, reza la manta que portan Católicas por el Derecho a Decidir, mientras lanzan al cielo dos grandes dirigibles en blanco y rojo que anuncian: “Amor es diversidad sexual. ¡Jornada contra la homofobia!”

El movimiento de la resistencia civil pacífica y AMLO son también herederos de la heterodoxia de Monsiváis: “Un peligro para México es una frase que en sí misma, y en una campaña electoral tiene la información suficiente”. Hoy nos queda claro que el narco en el poder o como Estado paralelo es el verdadero peligro para México. “En más de un sentido –en este Apocalipstick descrito por nuestro ensayista recientemente finado–, la diversidad es lo opuesto a la desintegración del tejido social. Si se acepta y se defiende la diversidad, se lucha contra algo muy grave de un país fundado en la desigualdad, y se combate a la política de las exclusiones, todavía uno de los grandes sinónimos de la nación” (Ibidem). Ya veremos si los ministros de la SCJN rompen esa tendencia excluyente, si deciden reivindicar el concepto de nación como garante de la igualdad, derecho que está en la base de la propuesta de Sergio Valls para avalar la constitucionalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo.

¿Quién defiende a los niños?


Gabriela Rodríguez. 18 de junio 2010.

Qué puede ser más doloroso que la muerte de 49 niños? Que esas muertes sean responsabilidad de la familia o del Estado. Creo que por eso son tan indignantes los resolutivos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). ¿Por qué, si han demostrado que es posible actuar a favor de la justicia, hoy confirman su falta de autonomía respecto del Poder Ejecutivo? ¿Por qué deslindaron de responsabilidad o de “señalar como involucradas en la tragedia” a las más altas autoridades del IMSS y del estado de Sonora, cuyas decisiones y omisiones costaron la vida a 49 niños? ¿Quién convenció a tres o cuatro ministros de proteger a Molinar, a Karam, a Bours, a Marcia Gómez del Campo? ¿Cómo avalar un sistema de subrogación de guarderías que apoyaba la discrecionalidad al otorgar contratos con fines de lucro a influyentes y parientes del gobernador o de la esposa del Presidente? ¿Qué compromisos políticos o económicos los obligan a seguir dependiendo de la estructura de poder? Menos mal que una minoría desaprobó tal decisión y junto con Arturo Zaldívar, Ramón Cossío, José de Jesús Gudiño, Olga Sánchez Cordero y Juan Silva Meza afirmaron que de haberse cumplido con las normatividades, los daños hubiesen sido menores. Menos mal que 10 ministros determinaron que el incendio de la guardería ABC representa una grave violación de garantías individuales.

Lástima que esas decisiones no son vinculantes. Al rechazar el proyecto del ministro Zaldívar se perdió una oportunidad histórica: la de fortalecer la débil democracia de México, la de superar el acartonamiento del máximo tribunal del Poder Judicial y escuchar la voz renovada que representa Zaldívar, una generación de juristas que están creando mecanismos para ampliar el papel de la SCJN a fin de responsabilizar a funcionarios, para jugar un rol determinante en el ejercicio de la justicia y en la lucha contra la impunidad.

Y sin embargo, hay quien aprovecha que en esta semana los reflectores están dirigidos a la Suprema Corte, y más bien a la Copa Mundial de Futbol, para presentar una iniciativa contra le educación laica. Paz Gutiérrez Cortina, diputada del grupo parlamentario de Acción Nacional, presentó una iniciativa para reformar nada menos que el tercer artículo de nuestra Constitución. Su propuesta es corta y parece inocua, se propone adicionar al artículo tercero el siguiente párrafo: “Los padres de familia tienen el derecho a decidir sobre la educación de sus hijas e hijos menores de edad en base a sus principios éticos y convicciones” –el subrayado es mío–. La también fundadora y presidenta de las asociaciones del Opus Dei enfocadas al fortalecimiento de “los valores de la vida y de la familia” (Red Familia, Enlace AC) nos cree con menos cerebro que los fetos in utero que con tanto ahínco defiende en su columna del diario Reforma, donde llegó a considerar como “conducta antisocial eliminar a los individuos no nacidos”. Pero no le preocupan las víctimas de la tragedia de la guardería ABC, pues no se pronunció ni ahora ni hace un año, ni tampoco los niños abusados por Marcial Maciel, a quien elogió por “las abundantes siembras de santidad que hizo a lo largo de 60 años de servicio”.

El principal argumento de su iniciativa es defender a los padres de familia como titulares de derecho: “que el Estado deje de ser violatorio del derecho fundamental a la educación por la existencia de un dualismo antagónico entre la educación que se imparte en la escuela y la que le otorgan los padres de familia en su hogar” (Gaceta Parlamentaria, 16/06/10). Para fundamentar el derecho de los padres recurre a la libertad de culto en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y al 24 constitucional que reconoce “el derecho de todo ciudadano a elegir y profesar el culto religioso que más le agrade o a no profesar ninguno”. La agenda oculta que busca dar entrada a la educación religiosa en las escuelas públicas se revela en los artículos insertados como notas al pie de página en la propuesta. El artículo 13.3 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) señala: “los estados se comprometen a respetar la libertad de los padres de escoger para sus hijos escuelas distintas de las creadas por las autoridades públicas, siempre que aquéllas satisfagan las normas mínimas que el Estado prescriba o apruebe en materia de enseñanza y de hacer que sus hijos reciban la educación religiosa o moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. La señora Fernández Cueto no toma en cuenta que este artículo ya se aplica y se restringe exclusivamente a las escuelas privadas (en la frase que yo subrayé). Si los padres imponen una religión en las aulas se atenta contra la educación laica y se discrimina a los ciudadanos y a las personas menores porque se les excluye del derecho a la libertad de culto. En el primero constitucional: “Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra…”; y en el artículo 14 de la Convención de los Derechos de la Niñez (CDN): “Los estados parte respetarán el derecho del niño a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión...” Más que derecho, los padres tienen la obligación de educar y respetar a sus hijos, y ante derechos encontrados entre padres e hijos se impone el interés superior del niño. Artículo 18 (CDN): “Los estados parte pondrán el máximo de empeño en garantizar el reconocimiento del principio de que ambos padres tienen obligaciones comunes en lo que respecta a la crianza y el desarrollo del niño. Incumbirá a los padres la responsabilidad primordial de la crianza y el desarrollo del niño. Su preocupación fundamental será el interés superior del niño”.